jueves, 26 de junio de 2008

Treinta y seis grados

Despierto de la siesta empapado en sudor. El calor derrite mis meninges, anula absolutamente mi imaginación. Me siento incapaz de hacer nada que suponga un esfuerzo. Ni siquiera soy capaz de pensar. Odio estas temperaturas inhumanas.

Sin comentarios