Hace dos semanas, caminando descalzo por casa, me golpeé los dedos más pequeños del pie izquierdo contra la pata de un sofá. Me dolió mucho.
Creo que fue al día siguiente cuando la cartera me entregó una multa del Servei de Transit de la Generalitat, setenta euros por circular a ciento dieciocho kilómetros por hora donde la velocidad estaba limitada a cien. En la denuncia había una fotografía trasera de nuestro coche. Por la fecha dedujimos que fue una tarde que llevaba a C. al dentista en Lérida.
El pie me sigue doliendo, aunque cada vez menos. El lunes fui a pagar la multa a la Caixa de Pensions. Las vacaciones de verano se acercan a su fin.
jueves, 3 de septiembre de 2009
Fortuna
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16 comentarios:
"Ponte las zapatillas, melón, que te vas a hacer daño en los dedos y además se te llenan los pies de pelos."
Pero mi hijo sigue prefiriendo andar descalzo (y eso que le he comprado unas zapatillas iguales a las mías, que le han hecho muchísima ilusión).
Todo tiene sus compensaciones, no?
Buen día.
No hagas ni caso de A filla; las chicas son así: ordenadas, cada cosa en su sitio, ropa de casa...
Los hombres de verdá, panzones, meditabundos y todo eso, vamos descalzos en casa. Cierto que tenemos los dedos de los pies escacharrados, pero es un precio pequeño por la sensación de tocar directamente con el cuerpo el territorio sagrado. Cierto que cuando nos sentamos en un sillón aprovechamos pasa sacudirnos con la mano todo lo que se ha pegado, y que es un acto vulgar. ¡Qué le vamos a hacer!
Sin embargo, en cuanto a signos del final del verano, me parecen válidos los dos infortunios.
He comenzado, a medio gas, con las clases, y también a mirar el radar y la velocidad (anteayer había entre fijos y móviles más de siete radares en cuarenta kms, algunos muy visibles). Sin duda, el verano (académico) se está acabando.
Saludos
José Luis
Vaya, siento lo de tu pie, yo me rompí el dedo pequeño en igual circunstancia.
He leido unos fragmentos de un libro que se llama la Ley de la Atracción y, a veces, creo que parte de razón si que lleva.
Besos de vuelta.
Mucho hobbit es lo que hay aquí.
:-)
Ahora que como señal del final del verano, el sms que acaba de llegarme al móvil avisándome de que el muy diligente Cortinglés ya me ha recogido los libros de texto.
Hmmmm...
El río está ciento dieciocho kilómetros de tu casa y te multan por ir a ciento dieciocho kilómetros por hora... ¿Te has mirado los triglicéridos?
Bolo
Soy partidario de no mirarse ná. Pero el dato, Bolo, es preocupante. ¡otro signo más!
Gato
Es que ir descalzo es muy agradable, Filla do mar, (dejando a un lado los posibles accidentes, claro). Además, los melones no usan zapatillas.
:-)
Panzones, meditabundos, el territorio sagrado... eres un hombre sabio, NáN, de eso no cabe duda.
¿Siete radares, José Luis? Ay, madre. El otro día yendo a la playa estaba más pendiente de no superar los límites de velocidad y de identificar radares y coches camuflados que de conducir. Yo vuelvo al trabajo el lunes. Un abrazo, José Luis.
Hola, Añil, yo pensé que me lo había roto pero, como buen varón español que camina descalzo y odia a muerte ir al médico, preferí aguantar cual valiente troglodita y poco a poco se ha ido curando solo, creo. Un beso.
Sí, Donna, cuando Filla do mar hablaba de pies llenos de pelos yo también he pensado en los hobbits.
Ah, los libros de texto, cuántas horas no habremos pasado forrándolos y petando las burbujas con un alfiler, ¿verdad? Ah, ¿que a ti no se te hacían burbujas? Pues a mí un montón.
:-P
¿Yo mirarme los triglicéridos, Bolo? ¿Crees que estoy loco? ¿Piensas acaso que soy uno de esos valientes que desean saber la verdad sobre su salud?
Pero todavía no he empezado a escribir con sangre en las paredes de toda la casa esa cifra misteriosa: 118, 118, 118... Un saludo, Gato.
Leí ayer esto y yo tenía preparada mi filípica contra las multas por una muy parecida a la tuya, que he colgado hoy: se ve que soy menos estoico.
Y ya que estamos, la gran foto de las amapolas de tu blog me ha recordado una cosa que leí hace poco.
Hola, Ángel,
al menos «sólo» hemos tenido que pagar setenta euros. Antes las multas eran más gordas.
Me encantan las amapolas.
Un abrazo.
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