martes, 13 de octubre de 2009

Galletas

Por la mañana salgo a la galería para tirar a la basura los restos de la preparación de los bocadillos de mi familia. En el paisaje todavía oscuro la ventana de una cocina del edificio de enfrente, potentemente iluminada, brilla como el escenario de una pantalla de cine. Allí una joven dispone un mantel individual de color naranja en la mesa de madera, y sobre él un tazón de color azul, y al lado, cuidadosamente, un plato con galletas. A continuación se sienta, la espalda bien apoyada en el respaldo de la silla, y procede a desayunar lenta y meticulosamente uniendo dos o tres galletas, ablandándolas en el café con leche y, acercando la boca a la taza, comiéndolas de dos mordiscos. Cuando termina se levanta y recoge las cosas: las galletas en un armario, el mantel en un cajón, la taza, el plato y la cucharilla en el lavaplatos. Al salir de la cocina apaga la luz y la fachada queda envuelta en sombras. Sobre el tejado del edificio el cielo comienza a clarear débilmente.

10 comentarios:

A filla do mar dijo...

Podría ser yo...

Feliz semana.

Elvira dijo...

Un cuadro. La poda y el escardado te fueron estupendamente, por lo que veo. :-)

Feliz semana

Jesús Miramón dijo...

Hola, Filla do mar, ¿podrías ser tú? Yo también, cuando era pequeño, porque desayunaba lo mismo que ella: galletas untadas en la leche de dos en dos o de tres en tres. Feliz semana.

Jesús Miramón dijo...

La poda, el escardado ¡y la gripe! Gracias, Elvira.

La donna è mobile dijo...

La que de ninguna manera podría ser, es servidora. Mataría con mis propias manos a todo el que moja las galletas en la leche de dos en dos, o de tres en tres.

(...)

Ay, bendito, esas bocas imposiblemente abiertas, y los trozos de galleta desmayándose, precipitándose de la comisura de la boca a la taza (a alturas colosales, sí), llenándolo todo de gotas, trayéndose el final de las cosas hacia sí...

El ser humano es terrible. Y yo prime.

Jesús Miramón dijo...

Ah, no, Donna, es cuestión de experiencia y cuidado: si se come bien no cae ni una gota, y la boca se abre sólo cuando se acerca a las galletas recién untadas, no medio metro antes. Mi vecina de enfrente lo hacía muy bien esta mañana. Y yo, cuando era pequeño, también.

La donna è mobile dijo...

Entonces tendré que mataros a los dos, :-)

¡Pero será mañana!

Bona nit, Jesús.

NáN dijo...

Llego tarde, pero no quiero dejar de decir que me ha encantado ese ejercicio de estilo tan clásico, tan cercano, tan medido.

A filla do mar dijo...

Para comer galletas de dos en dos, también hay que saber...

Bueno, no me refería a las galletas (desayuno pan con tomate y jamón, normalmente), sino al ritual y a esa ventana abierta al exterior, como si fuese una pantalla.

Buens días.
Recuperado de la gripe?

Jesús Miramón dijo...

Recuperado casi al cien por cien. Gracias a todos.

:-)