La estación de los insectos diversos, zumbadores, múltiples, merodeadores, ha comenzado. Alrededor de la luz del flexo encendido sobre mi mesa revolotean dos palometas de alas triangulares y un compañero de largas antenas que no sé identificar. Por fuerza han tenido que entrar a través de la puerta abierta de la terraza, superando la nube de olor del jazmín; son más valientes que las moscas, que no se atreven. Mientras escribo estas palabras el insecto de largas antenas se traslada despacio por el marco de la pantalla del MacBook. Yo continúo tecleando y la aparición de signos negros sobre fondo blanco a medio centímetro de su diminuto cuerpo no parece afectarle. ¿Qué significado tiene su indiferencia? En el exterior retumban los truenos de la tormenta que está a punto de alcanzarnos. El ventilador gira de izquierda a derecha. Comienza a llover.
domingo, 6 de junio de 2010
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12 comentarios:
Una persona, una mesa y un flexo. Esa es mi idea de la democracia avanzada. Estamos lejos.
Glubs, lancé sin terminar:
Lo de una persona, un voto, está muy bien: es un justo deseo que se ha conseguido.
Pero si el votante no tiene los medios de re"flexio"nar, ni las ganas, pasa lo que pasa. Es como si votara el insecto de antenas largas, tan indiferente.
He consultado la guía de campo que suelo utilizar y hay un montón de insectos similares al de anoche pero la verdad es que no lo he reconocido con seguridad en ninguno. Digamos que el que más se le parece es el Sialis flavilatera, lo que pasa es que leo que las hembras ponen sus huevos en los juncos y por aquí no hay muchos, para qué vamos a engañarnos.
LLego tarde, pero bueno. Felicidades, Jesús.
Perdona estos descuidos, apenas me conecto, ha sido terrible. Añadiendo al fin de curso que una compañera está de baja por varicela. Si lo pienso hasta es divertido, si no fuera porque me he comido las sustituciones y casi casco...
Beso enorme, ya parlarem...
M.
Miranda, tú nunca llegas tarde y no hay nada que perdonar, sólo faltaría. Conozco bien lo que son los finales de curso. Ánimo, gracias y un beso muy fuerte.
Casualmente, ayer de noche leía a Kapuscinski en "Viajes con Heródoto" contar lo difícil que le resultaba leer en Dakar, décadas ha, por la lluvia de insectos que aparecían si encendía su lámpara. Las peores eran unas polillas que insistían en posársele... ¡en los ojos!
Buenos días, Jesús.
Es que haces poesía de todo. Una maravilla. Supongo que cuando sustituyas el ventilador por el aire acondicionado en el que te refugias con los calores, ya no podrán entrar los insectos.
Un beso
Recuerdo la anécdota que cuentas del libro de Kapuscinski, que es el que más me gusta de los que he leído. Kapuscinski, a quien, por cierto, después de subirle al altar sagrado de los genios ahora está de moda ponerlo a parir y acusarle de los crímenes más abyectos (entre otros ser delator a sueldo del régimen comunista polaco).
El aire acondicionado está en el salón, donde me refugio en los días más terroríficos del verano, el resto del año paso el tiempo en la buhardilla, donde el ventilador es suficiente en estas fechas.
:-)
No tenía ni idea...
A mí también se me pasean por la pantalla del portátil. Y no intentes matarlos, como yo, que te puedes cargar el aparato y, de todos modos, aunque lo consigas, queda una mancha asquerosa
Bueno, yo sólo mato insectos en legítima defensa (mía, de los míos, de nuestros alimentos, de las plantas de mi terraza, de mi confort nocturno... en fin, vale, sí, lo reconozco: la lista de mi legítima defensa es ciertamente larga, qué se le va a hacer).
Eso sí, jamás se me ocurriría chafarlos contra la pantalla de mi sagrado portátil (Miguel, ¿en qué estabas pensando?).
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