El otro día una compañera de trabajo me dijo lo siguiente: «Tu aspecto no tiene nada que ver con tu manera de ser». Durante un instante me quedé sin saber qué decir. «¿A qué te refieres exactamente?», le pregunté. «A que no tienes la constitución de alguien sensible», contestó. «¿Quieres decir que parezco un patán, un bruto sin sentimientos, sólo porque soy grande y fuerte?», volví a preguntar. «Exactamente», contestó ella, riendo. Entonces contemplé mi reflejo en el cristal de un armario y comprendí lo que quería decir.
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19 comentarios:
Exageras, Jesús, exageras. ¿Y los que van (vamos) engordando? ¿ dejamos de ser sensibles de manera progresiva? ¿cuánto por kilo?
Un abrazo
Me he reído bastante
Yo me estoy riendo todavía. (Y me durará un ratito).
A veces, muchas veces, nos dejamos llevar por las apariencias y es por eso que suceden demasiadas cosas que no debieran ser.
Buen día para todos.
Me parece que tu compañera es una de esas personas que alardean de ser muy, pero que muy sinceras...
Y las cosas, todas, llevadas al extremo, no suelen ser buenas.
La verdad es que no había oído la expresión “patán” referido a persona por su aspecto anatómico; más bien se aplica a modales, forma de expresarse, tosquedad en las maneras…
He ido al diccionario para comprobarlo y esto encontré:
patán.
(De pata).
1. m. coloq. Aldeano o rústico.
2. m. coloq. Hombre zafio y tosco. U. t. c. adj.
Definitivamente no me lo pareces. No tienes por qué preocuparte.
Es más, las personas de buen comer, carrillos majestuosos y mollares laterales y traseros, suelen ser de buen humor, buen conformar y muy sensible sensibilidad, si se me permite la redundancia.
Eso de que las personas sensibles son delgadísimas y hablan con un hilillo de voz, y tienen pinta de princesas del guisante... es una mentira cochina. Y por lo que te leo, lo último que se me ocurriría decir es que eres un patán.
Yo parezco una Heidi cincuentona, jaja!
Besos
Hoy a la salida del trabajo he ido a cortarme el pelo a una prestigiosa peluquería de Barbastro donde Eva, una silenciosa joven absolutamente deseable, ha sabido comprender que yo, en realidad, no deseaba cortarme el pelo («sólo las puntas, por favor, descargarlo un poco y nada más, ¿vale?», etcétera -ese miedo cerval, la reacción del hombre selvático ante las tijeras desconocidas durante más de cuatro meses).
El hecho es que he entrado en el establecimiento pisando con la sísmica y descuidada inocencia del rinoceronte melenudo patán, una subespecie cuyo único representante vivo soy yo, y he salido de él levitando unos dos centímetros sobre el suelo terrenal, mi cuero cabelludo lenta, sensual y recientemente masajeado por los firmes dedos de una desconocida, las arterias inflamadas de sensibilidad.
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Posdatas
José Luis: Yo seré un exagerado (que no lo soy) pero mira que decir que te has reído bastante… ¡Pero si eso es algo tan imposible como entristecerse bastante o alegrarse bastante!
Nán (y José Luis): Mientras anoche lo escribía jamás pensé que estaba redactando un texto humorístico. De verdad que no. Lo juro.
Estrella: estoy totalmente de acuerdo contigo: nunca nunca nunca nunca debemos dejarnos llevar por las apariencias. Nunca.
Teresa: esa compañera me quiere casi tanto como yo a ella, y antes del tramo de la conversación que transcribí anoche ella y yo habíamos comentado lo seria y seca que parecía ella, recio fruto del cierzo leonés, cuando su interior es pura mermelada de castañas.
Miguel Ángel: aleja de mí tu último párrafo, arcipreste. ¿Carrillos majestuosos? ¿Mollares laterales y traseros? ¡No, oh, dios, no, NO!
Elvira: yo era un patán pero ahora ya no lo soy; ahora, después de cortarme el pelo en una peluquería de lujo, sólo lo parezco.
Pues, sea: Vade retro, satana morcillero!
Hecho el conjuro, magia, sortilegio, o exorcismo. Aleop!
Porque barberías ya no quedan, ¿verdad?
Bolo
La de mi pueblo consorte, Bolo, cerró hace 20 años. Una verdadera pena, porque se llamaba Zósimo Mazariegos y, oye, a mí ese nombre me ponía.
No me digas, Jesús, que no es divertido que haya gente que siga uniendo determinadas características físicas con rasgos de carácter. Además, "patán" es una palabra estupenda. La acepto para ti y para mí. Pero la cosa no se quedaría ahí. Tendríamos que decir que Scarlett Johanson es tonta, por ser rubia. ¡Y por ahí no paso!
Ayer, nos conocimos Teresa y yo, escuchando a Berna Wang. ¡Genial! Mi idea era que nos hiciéramos una foto los tres, para enviártela. Pero como somos los tres unos verdaderos patanes, incluida la poeta, no hubo modo de conseguir una cámara.
No, si yo sólo lo decía porque me ha venido a la cabeza la frase aquella tan graciosa de: "Qué barbaridad de barba tenía el barbero de la barbería de Barbastro".
Bolo
Jesús. El texto tiene una vena cómica fantástica.
Aunque no era tu intención, dices.
Las personas que tienen "vena cómica" lo desconocen y se extrañan de las risas que provocan en los demás.
Felicidades por esa vena, no la tienen demasiadas personas.
Sr. Bolo. Si va al blog de José Luis Rios, tiene una foto de una peluquería solamente para hombres.
La he visto.
Hombre, Bolo, pues alguna barbería de las de antes sí que habrá en Barbastro, no digo que no, pero yo, aunque no lo parezca por mi aspecto, soy un poco pijo y ¿sabes una cosa?, para dos veces al año que voy a la peluquería me mola ir a una cool, guay y superfashion, que te dan café y te masajean la cabeza lentamente (que te vienen a la cabeza pecados y todo).
Hola, Nán, ¿a que es un adjetivo precioso «patán»? (¿En qué película cantaban una canción con el siguiente estribillo: «Qué hombre tan patán, qué hombre tan patán... », ¿Spencer Tracy en Corazones intrépidos tal vez? No me acuerdo).
Qué bien que os conocierais Teresa, Berna y tú. Me da por pensar, fíjate qué tonto que soy, que un poco es por mi culpa, y eso me emociona y me gusta mucho. Me estoy pensando en serio lo de ir en Septiembre cuando también vaya Porto y conoceros a todos y tomar una cerveza y luego otra y así (vale, y también charlar, já, já). ¿Y la foto? ¿Acaso no teníais móvil con cámara? Me hubiera encantado tener esa fotografía.
Un abrazo.
Bueno, Luna, la entrada no pretendía ser cómica pero los comentarios sí, un poco.
Las fotos de José Luis son muy interesantes, y muchas de ellas directamente acojonantes en el doble sentido de la palabra: por buenas y porque algunas muestran una realidad que acojona, a veces parece que vivimos en Chernobil.
Bien, hace un par o tres de días, confesabas pesar unos 100 kilos. Hoy nos hablas de la opinión sobre tu patanismo, de tu compañera o amiga. ¿Nos estás preparando para algo monstruoso? ¿Debo preocuparme?. Luis
¿Algo monstruoso? Espero que no, Luis (y tu comentario hace que me dé cuenta de lo difícil que es expresarse con palabras escritas: he debido hacerlo rematadamente mal).
Claro, Jesús. Naturalmente era una broma.
No me hagas caso, Luis, ayer estaba muy cansado. Discúlpame. Un abrazo.
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