Salió del coche frente a la estación de autobuses después de darme un beso y un abrazo. En esta familia nunca hemos sido de despedirnos agitando la mano en el andén.
Ha estado una semana con nosotros. Mi princesa convertida en reina, mi niña convertida en una mujer. Tomé unos días de vacaciones para que por las mañanas no estuviera sola en casa.
Fuimos a caminar junto al canal a través del campo. Ella, fotógrafa desde que era muy pequeña, retrataba los campos de cebada, las encinas, los almendros abandonados, el romero, la superficie blanda y labrada. Me decía que allí en Noruega echaba mucho de menos este paisaje que también yo aprecio tanto: este paisaje suave y humanizado desde que romanos y árabes lo poblaron durante siglos, esta desconocida Toscana aragonesa de viñedos y olivos.
Ha sido una semana maravillosa junto a mi hija hablando sin ambages de cualquier tema: el amor, el desamor, nuestro pasado común, su futuro. La sorpresa de ver en ella cosas mías y de su madre, darme cuenta del resultado del éxito biológico del sexo entre personas de orígenes distintos.
Vino a casa con un septum en la nariz y estaba preciosa, me gustó mucho. Uno de los misterios de ser padre es contemplar el fruto, abrazar a una joven mujer que a menudo, por no decir siempre, es más inteligente y sensata que tú.
En nuestra familia nunca hemos sido de agitar la mano en el andén. Mi hija y yo nos hemos despedido con un beso y un abrazo, y después me he alejado de ella hasta la próxima ocasión.
martes, 21 de febrero de 2017
Andén
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
9 comentarios:
Qué bien, Jesús, qué bien.
Qué suerte tienes, como sabes.
Un abrazo.
(Y ahora voy a buscar qué carallo es un septum...)
Aunque no será solo suerte.
Bo día, querido Porto. Un septum es, como ya habrás descubierto, un pendiente en la nariz... Un abrazo.
¿Cómo no me apareció tu entrada ayer por la noche, cuando estaba leyendo "Viajes imaginarios y reales" de Cunqueiro?. Bueno, no sé. Mañana viene, Jesús, la mía, también del Norte, de Suecia, como sabes. Yo creo que, en alguna medida, ellas hacen lo que nos gustaría haber hecho cuando éramos jóvenes: saber inglés, tocar instrumentos musicales, viajar, Europa...
Un gusto leerte, leeros, como siempre. Es posible vivir a través de los demás experiencias importantes, creo.
Un abrazo
¡¿Estás leyendo a Cunqueiro, J.L.?! Qué bien, qué suerte.
Si se entera mi padre viaja hasta Aragón para darte un abrazo.
Otro.
Disfruta de ella, José Luis. Además de que hagan los que nos hubiera gustado hacer a nosotros cuando éramos jóvenes, ellas son maravillosas, una generación que a veces me hace creer que todo acabará bien. Un abrazo para ti y un beso para E. de parte de su antigua profesora.
Sí, estoy leyendo a Cunqueiro, Porto, ya tenía ganas. "Viajes reales e imaginarios". Ha sido una casualidad, en parte. Jesús me habló de un podcast sobre Altamira, en el mismo lugar había otros como el de Cunqueiro, lo escuché y decidí leerlo. Me está gustando mucho, y entran ganas de volver a Mondoñedo y a Galicia, como me pasa siempre.
Esperemos que tengas razón, Jesús, respecto a que todo acabará bien. Son más inteligentes que nosotros, sin duda, así que ya veremos.
Un abrazo
No tengo hijos pero puedo imaginarme lo que es abrazar al adulto en que se ha convertido el niño al que ayudaste a crecer.
Una vez más, Jesús, nos regalas un post lleno de sensibilidad.
No he podido evitar compartirlo en facebook y dedicarlo a todos aquellos que tienen a sus hijos lejos.
Algo que te agradezco, como tus comentarios. Es un honor para mí que decidas compartir lo que he escrito.
Un beso, Mayte.
Publicar un comentario