domingo, 26 de febrero de 2017

Feliz ignorancia

Despierto a las once de la mañana de un domingo de luz ligeramente mortecina. Me siento descansado y fresco, pero cuando voy al lavabo a hacer pis me miro en el espejo y veo... no sé, una mezcla del señor patata y los monstruos que aparecían en El viaje de Chihiro. M. corrige exámenes en la cocina. Levanta la cabeza de su trabajo y al verme, en vez de salir corriendo, me sonríe y me dice que le dé un beso. Hay muchas cosas que no entiendo.

6 comentarios:

Ángel Ruiz dijo...

Yo me he recortado hoy la barba al uno, porque me recuerdo con la barba larga al ladrón aquel de la peluca.

Jesús Miramón dijo...

¿Al ladrón aquel de la peluca? Tú jamás. Ángel, no sabes cómo me alegro leerte de nuevo por aquí. Ya ves que últimamente mi química me pasa malas jugadas, pero en el fondo, en algún sitio allí pequeño, soy el que era hace años, cuando todo era maravilloso (no tanto). Un abrazo muy fuerte, Ángel. Y otro.

Ángel Ruiz dijo...

Sigo leyendo tu blog, admirando tu pelea de estos últimos tiempos.

Me he acordado ahora de estos dos poemas: http://javierdiazgil.blogspot.nl/2007/02/amalia-bautista.html

Jesús Miramón dijo...

¡Pero qué descubrimientos! Gracias y gracias

Dime cuál es el puente que separa
tu vida de la mía,
en qué hora negra, en qué ciudad lluviosa,
en qué mundo sin luz está ese puente
y yo lo cruzaré.

Amalia Bautista

Gracias y gracias, Ángel. Para estas cosas sirve internet.

Jesús Miramón dijo...

Borré el comentario con el apellido de Amalia equivocado. Para mí estas cosas son importantes.

Sobre mi pelea no sé, me siento agotado, rendido, sin fuerzas, a los pies del monstruo. Pero nunca me matará porque me necesita.

Sí, lo sé, sé cómo suena todo esto. Estoy como una cabra (¿qué habrán hecho las pobres cabras para que siempre sean un sinónimo popularmente aceptado de estar loco?), pero yo me entiendo. En realidad no estoy loco de verdad. Lucho, me revuelvo, peleo, trato de mantener la cabeza fuera del agua. Y tengo amor. Eso disuelve todo lo demás. No existe en el universo un hombre más afortunado que yo. Ni más gilipollas.

andandos dijo...

En la contradicción está la ganancia. Quizás Ángel sepa quién lo decía.

Un abrazo a los dos.