Resulta difícil creer que, estando tan lejos de la fiesta, a varios barrios de distancia, su eco alcance con tanta fuerza nuestra terraza abierta. Es un sonido en el que se mezclan varios conciertos a la vez, algo parecido a un bramido con esporádicos aumentos de intensidad mezclados a veces con sirenas de ambulancias. El resultado es primitivo, temible, algo parecido al presagio sonoro de nuestro último final, pero sólo son los estertores de las Fiestas de la Virgen del Pilar en Zaragoza.
Madrugada del sábado catorce de octubre de dos mil diecisiete.
Página número mil doscientos de esta bitácora interestelar.
sábado, 14 de octubre de 2017
Un bramido lejano
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2 comentarios:
Pienso en Dolça Catalunya.
Y parece que tiene nada que ver.
Otra vez me desperté temprano.
Y me acosté tarde.
Estoy escuchando otro tipo de música, dentro de mi cabeza.
Leo demasiado, tengo que tocar más la guitarra.
Lo hice también, tocarla, anoche. Crea armonía.
Y cómo amaneciste? (En Chile muchas veces me dijeron por la mañana "Cómo amaneció usted?"
Amanecí bien, como si despertara en otro planeta. Claro que eso es algo que me pasa cada mañana.
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