De regreso al coche tras el paseo por el campo estuve a punto de pisar sin querer una mantis religiosa. Descubrirla fue pura intuición por mi parte porque era exactamente del color amarillo pajizo de la vegetación que nos rodeaba y estaba absolutamente quieta en medio de nuestro camino. Sobre la marcha adelanté unos centímetros mi pisada en el aire y ella quedó atrás, diminuta y a salvo pero con sus poderosas zarpas delanteras en posición de ataque.
Hacía calor y me había quitado la camiseta. No había una sola nube en el cielo inmenso y azul que Paula tanto echa de menos en Bergen. Pensé, como otras veces, en la absoluta soledad de los seres humanos que iniciarán la colonización de otros planetas: primero la Luna, tal vez Marte después. Ningún canto de pájaros, ningún insecto, ningún susurro de ramas mecidas por la brisa.
domingo, 8 de octubre de 2017
Tal vez Marte después
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4 comentarios:
"Nngún canto de pájaros, ningún ..."
O tal vez sí.
Me gusta leerte.
Nati
no lo tengo tan claro, repoblaremos otro planeta, lo llenaremos de especies y después nos dedicaremos a destruirlo como hicimos con la tierra...
Y a mí me gusta que me leas, Nati.
:-)
Ay, Beauséant, más pesimismo no, por favor, esta semana no...
Por otra parte espero que cuando comencemos a colonizar otros planetas después de haber casi destruido el nuestro, hayamos aprendido la lección.
Vale, sé que es mucho esperar, pero qué le vamos a hacer: soy el niño optimista del chiste, aquel que cuando los Reyes Magos le regalan una boñiga de caballo se pone a saltar de alegría preguntando dónde está.
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