domingo, 30 de agosto de 2020

Floresta

Las grandes, inmensas y brillantes hojas de la floresta me rodean en medio del bosque lluvioso, aquí sentado entre los dos contrafuertes de las raíces de una higuera gigante. El olor dulce y putrefacto se convierte en hielo. El viento arrasa la banquisa y estoy a punto de morir. Hace horas que me alejé de la triste tienda de campaña donde mañana o pasado mañana morirán mis compañeros. El frío es tan agudo que no puedo despegar mis labios mientras en el cristal de la nave veo acercarse el planeta al que nos dirigimos desde hace cinco años. Mis sentimientos están sepultados por la hibernación y mi responsabilidad profesional. Esta nave traslada cien mil almas. Huimos de nosotros pero lo hacemos hacia una versión mejor de nosotros. Todavía huelo el aroma ligeramente putrefacto del bosque.

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