Escúchame, septiembre de dos mil veinte, de acuerdo, me encuentras de vuelta a los antidepresivos, los ansiolíticos y hasta la puta cortisona para mi dermatitis nerviosa, que todavía me hace más gordo y ensancha mi cara como si fuese la máscara del rey griego Agamenón: escúchame, septiembre de dos mil veinte, sé que tengo la apariencia de estar a punto de morir pero no puedo hacerlo, mi madre padece de alzheimer y me necesita, por no hablar de mi familia, las pocas personas que me aman incondicionalmente. Sí, sé que todo esto pasará como pasan las nubes pero, oh, septiembre, mes de días frescos y humanos, dame un poco de esperanza, hijo de puta. Ni siquiera esperanza, dame expectativas, tú, oh, septiembre. Te necesito y lo sabes, cabrón. Te necesito.
martes, 1 de septiembre de 2020
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1 comentario:
Me gusta tu honestidad. Y tu coraje.
Un abrazo
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