Por la tarde el cielo dejó caer truenos ruidosos y escalonados como si el mundo fuese a terminar en un apocalipsis, pero al final cayeron cuatro gotas sin más. La pequeña ciudad no se inmutó. Yo tampoco. La naturaleza es generosa, pero no tanto.
martes, 22 de septiembre de 2020
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Sin comentarios
Publicar un comentario