Mi hija aterrizó en Noruega proveniente de Alemania mientras mi hijo conducía hacia Huesca a través de la noche entre oscuros campos de cereal cosechado hace semanas e islas de roca arenisca y encinas carrascas cargadas de bellotas maduras.
Nadie nos preparó para esto. Nadie les preparará a ellos. Todo comienza una y otra vez.
La vida es una experiencia personal tan absurda que incluso la mera voluntad de pretender enunciarla es absurda sin más. Hace falta mucha, mucha desfachatez para intentarlo.
lunes, 18 de septiembre de 2017
Desfachatez
sábado, 16 de septiembre de 2017
Entre miles de millones
La vida pasa ante mí cada mañana al otro lado de la mesa de trabajo. Los padres recientes con sus bebés, aquellos casi tan tiernos como esos pequeños gusanitos que se convertirán en magníficas mujeres y hombres habitantes de un mundo futuro que no podemos siquiera imaginar; trabajadores que tras muchos años de horarios y despertador vienen a jubilarse, algunos olvidando que se trata de un acontecimiento de júbilo y de dicha y no de una condena judicial; las personas, casi siempre muy mayores pero a veces también jóvenes, que solicitan pensiones de viudedad y orfandad, víctimas casi siempre de la vejez pero también, en ocasiones trágicas, de enfermedades inesperadas y accidentes; ciudadanos que van a viajar a un país europeo y prudentemente vienen a solicitar la tarjeta sanitaria europea; adolescentes que necesitan su número de la Seguridad Social porque van a comenzar a trabajar por primera vez en su vida; trabajadores cuya enfermedad les impide seguir trabajando y vienen para preguntar qué será de ellos e informarse sobre las pensiones de Invalidez; familias casi sin recursos que necesitan ayuda y finalmente debo derivar a los Servicios Sociales de la Comarca; trabajadores que han sufrido un accidente de trabajo y las Mutuas intentan quitarse de encima transfiriéndolos al sistema público de salud; altas y bajas de autónomos; deudas; certificados de pensionistas y no pensionistas para ir a nadar a la piscina municipal y beneficiarse de un pequeño descuento del ayuntamiento; ciudadanos extranjeros que vienen a tramitar prestaciones internaciones de los reglamentos comunitarios europeos y los convenios bilaterales que España tiene concertados con distintos países de todo el mundo, etcétera.
Desde el certificado de nacimiento hasta el certificado de defunción, pasando por casi todas las vicisitudes de una vida, centenares y miles de seres humanos han estado al otro lado de mi mesa y, tras tantos años desarrollándolo, es un trabajo que me sigue fascinando todavía más que el primer día, porque si algo he aprendido es que cada ser humano es distinto, cada vida una experiencia diferente a cualquier otra, cada existencia el brillo de una estrella entre miles de millones. Qué privilegio.
Anotado por Jesús Miramón a las 00:09 | Diario , Vida laboral
jueves, 14 de septiembre de 2017
Ciencia ficción III
Como tú prosigo mi paseo a través del aire invisible de este mundo. Se fueron los abejarucos de alas de colores mágicos y el agua del canal continúa fluyendo a la velocidad de la gravedad. Las bellotas de las grandes encinas carrascas comienzan a caer maduras y perfectas como pequeñas naves espaciales. En el cielo las nubes dibujan vagamente la figura de un hombre caminando. Se lo digo a Maite. Ella dice: "¡Es verdad!". No necesito nada más. El planeta gira.
miércoles, 13 de septiembre de 2017
De la existencia del alma
El tiempo ha cambiado. Las noches son más frescas y su oscuridad nos alcanza cada día un poco más pronto, minuto a minuto, suavemente.
Qué ganas tengo de que aparezca el frío que convertirá mi rostro desnudo en la piel de un mamut, el humo del aliento de mi boca en la prueba irrefutable de la existencia del alma.
viernes, 8 de septiembre de 2017
Amor ciego
1.
En aquellos días las ruinas del muelle griego de Ampurias que asomaba en la playa todavía no estaban protegidas, y uno podía dar la vuelta sobre sus sillares para enfrentarse cara a cara contra el viejo mar Mediterráneo, testigo de tantas victorias y derrotas durante miles de años.
Vivíamos en Bañolas, donde Maite era profesora de Lengua y Literatura Castellanas, todavía no teníamos hijos y yo conducía a toda hostia un Alfa Romeo, mi primer coche nuevo de fábrica, por la preciosa carretera de Orriols, curva tras curva entre los bosques de alcornoques y encinas y campos de cereal en dirección al mar.
Yo trabajaba en Gerona. Aprendí catalán y me enamoré, más que de Cataluña, de esa provincia maravillosa y, en cierta manera, tan desconocida todavía hoy respecto a su maravilloso territorio interior.
2.
En estos días vivo los acontecimientos de ese país con un sufrimiento lleno de sentimientos móviles y contradictorios. Ahora pienso una cosa, ahora otra.
Ayer, siguiendo en televisión los acontecimientos del Parlamento Catalán, no tuve duda alguna de que se estaban conculcando derechos elementales de la democracia, como los que amparan a las minorías y la oposición. La actuación de la presidenta de esas Cortes fue tan parcial y precipitada que casi parecía la de un país tercermundista.
Muchas cosas se han hecho mal desde el gobierno español. La primera corregir a través del Tribunal Constitucional el Estatut que votó el pueblo catalán, y a continuación todos los rechazos que vinieron después.
Muchas cosas se han hecho mal desde el gobierno catalán: negar con oportunidad y alevosía el carácter plebiscitario de las últimas elecciones legales que se hicieron en ese territorio, donde el independentismo perdió en votos, aunque no en diputados; negar el carácter plebiscitario con el que los partidarios de la independencia enfrentaron ese referéndum hasta saber los resultados y darse cuenta de que habían perdido.
3.
Para mí todo es triste. Cataluña, como antiguo condado del Reino de Aragón, es creadora de lo que ahora conocemos como España.
Y, dicho esto, respeto a quienes quieren ser independientes de España y, consecuentemente, de Europa. Pero me da mucha, mucha pena. Porque es ilegal de este modo; por sus hijos, que ya no podrán ser Erasmus -y es sólo un ejemplo-; porque mi utopía es la existencia de unos verdaderos Estados Unidos de Europa en todos los sentidos: salarios mínimos, sanidad pública, etcétera; porque lo que vimos ayer da mucha vergüenza ajena; porque yo no soy capaz de diferenciar, en cuanto a mi sensación de rechazo, a unos diputados cantando un himno u otro, todo ese patriotismo folclórico como signo de victoria.
Mucha pena.
4.
No dejaré de querer a Cataluña pase lo que pase. Porque tengo muy buenos amigos y amigas en ese país. Porque uno no puede renunciar a los amores juveniles así como así. Porque el amor es ciego, incluso frente a la tristeza.
sábado, 2 de septiembre de 2017
Yo no soy Marco Antonio
Al otro lado del pequeño río fluyendo entre hormigón armado, en la Avenida de la Estación, pasa una caravana festiva de peñas que tocan tambores, encienden petardos y gritan y cantan y bailan. Comienzan las fiestas patronales de Barbastro y yo no soy Marco Antonio despidiéndose de Alejandría, sino un misántropo viejo y gordo asomado al balcón refunfuñando obscenidades. ¿Es necesario ese desfile, todo ese ruido?
Odio las fiestas, festejos y festividades a toque de corneta. Amo lo cotidiano y la tranquilidad que me permiten explorar las infinitas cosas extraordinarias que nos rodean a diario, pero ¿las fiestas con fecha preconcebida, los programas de actos? NI HARTO DE VINO.
Y durarán una semana.
miércoles, 30 de agosto de 2017
Los pájaros se las comerán
Cada día me importa menos escribir. Es una sensación, aunque me resulte a mí mismo difícil de creer, inversamente proporcional a todo lo que me interesa, que cada día se expande como el universo entero.
Hablo de objetivos, de ambición: olvidé hace tiempo en qué consistían. Nada de todo eso me preocupa mientras contemplo cómo el horizonte se amplía y crece hasta no alcanzarlo con la mano.
Sólo me gustaría seguir explorando, explorar hasta que las últimas fuerzas me abandonen, y acaso también un poco después, porque a cada paso todo continúa sorprendiéndome aunque, no sé por qué, he perdido interés en dejar migas de pan, hacer un mapa, dar testimonio.
Seguramente han sido demasiados años. Cuatro estaciones una detrás de otra y la quinta: mi desnudez.
lunes, 14 de agosto de 2017
Modelos de lencería
Hace algunos días tuvimos un periodo de descanso del calor marciano de este momento de cambio climático apocalíptico y terrible que ya es imposible ignorar. Esos pocos días me hicieron infantilmente feliz y pude dormir mejor con todas las ventanas abiertas, y como dormí mejor me sentí más activo durante el espejismo siguiente y así, no sé, el mundo fue un lugar mejor hasta antesdeayer.
Tengo problemas logísticos -entre muchos otros- para relacionarme con la realidad. Todo lo que he escrito a lo largo de mi vida son esbozos, mapas dibujados en servilletas baratas de bar, el fruto de la exploración de un diletante obsesivo y con tanto entusiasmo como impericia.
Pero todo se aproxima. No: todo se precipita a mi lado corriente abajo: lo malo y lo bueno: lo que olvidaré y lo que recordaré durante el resto de mi vida. Tú y yo nos precipitamos segundo a segundo río abajo, cada vez a más velocidad, junto a premios Nobel y modelos de lencería y analistas económicos y el vecino del segundo izquierda y aquel ser humano que cambió para siempre, sin saberlo, nuestra vida.
martes, 1 de agosto de 2017
Pura inercia
Esta noche no corre ni una pizca de aire. El verano sabe que la batalla será larga y que la ganará, maldito sea una y mil veces.
En la lejanía de los edificios se escuchan sirenas de ambulancias y más cerca, en los patios del colegio vacío frente a nuestro piso, los furiosos gruñidos de gatos en celo.
Es un poco desolador darse cuenta de que los años no me han hecho más inteligente o más listo de lo que era o no era durante mi juventud, pero así es. Estaba equivocado. Nunca seré mejor que entonces. Todo lo demás, todo lo siguiente, es pura inercia debilitándose poco a poco.
martes, 25 de julio de 2017
Sólo hay que escribirlo
El sonido de las hojas de los árboles agitadas por el cierzo que empuja violentamente las ramas siempre me gustó. Me recuerda al cuchicheo de las palabras y, cuando se calma, al silencio. Los flujos y reflujos que suceden en la absoluta oscuridad de los órganos internos de mi cuerpo.
En el exterior mis vacaciones se aproximan a su fin. Me gusta mucho mi trabajo pero podría acostumbrarme fácilmente a tocarme los huevos cada día. Sí, eso es algo que podría hacer sin ningún inconveniente.
Por otro lado, ¿qué queda de lo que fui alguna vez? O, también: ¿qué queda de lo que quise ser alguna vez?
¡Que salten todas las alarmas como en el interior de un submarino!¡Torpedos melancólicos acercándose a toda velocidad! Y sólo hay que escribirlo para, oh, milagro, tener el poder de hacerlos desaparecer instantáneamente en unas aguas inventadas. Glaucas. Verdes. Grises. Blancas.
Los árboles de la calle se agitan ruidosamente de un lado a otro. No es nada nuevo, y sin embargo.