miércoles, 13 de marzo de 2019

Trece de marzo

Las playas del oeste de Irlanda son orillas de conchas trituradas por las mareas y algas que la marea abandona en ellas. El cielo está nublado y la arena huele a cierta dulce y lenta putrefacción vegetal. Lo recuerdo.

martes, 12 de marzo de 2019

Doce de marzo

A menudo encuentro paz en la monotonía. Otras veces no, otras veces me gustaría tener una vida plena de aventuras y acontecimientos inesperados, pero hoy es un día para lo primero: rutina, retiro, tomarme una copa, escribir algunas palabras y luego irme a dormir.

Sé que me estoy haciendo mayor porque yo, que siempre odié dormir pues sentía que me robaba tiempo, ahora amo dormir, tal vez me he dado cuenta de que el tiempo no es nada, y también porque sueño mucho y frecuentemente recuerdo los sueños.

El tiempo de estar despierto y el tiempo de dormir es el mismo, pero en el primero los sucesos suelen ser, hasta cierto punto, previsibles, y en el segundo nunca sabes lo que va a ocurrir, vives en un lugar construido con basura mental, anhelos y viejos recuerdos ya olvidados. De día, en plena vorágine de trabajo, a veces echo de menos ese otro mundo aleatorio.

Cuando cada mañana suena el despertador me da mucha pena porque nunca volveré a visitar el otro lado tal y como lo dejé al abrir los ojos. Me da rabia no poder controlar ese fenómeno, y con eso me quedo.

A lo largo del día el cerebro, pese a mis esfuerzos, va olvidando lo soñado y al acostarme de nuevo, muy cansado como ahora mismo, una nueva historia vuelve a comenzar para no tener nunca un desenlace.

lunes, 11 de marzo de 2019

Once de marzo

Todos o casi todos los almendros han dejado caer los pétalos de sus flores y los frutos han comenzado a madurar.

Ayer los campos de cebada fulgían bajo el cielo azul con su característico color verde esmeralda cuando regresábamos de Zaragoza.

Ese color intenso y único durará unas semanas, una maravilla que siempre me ha fascinado tanto como en lo que se transformará: el milagroso amarillo casi dorado de la sazón y la cosecha.

sábado, 9 de marzo de 2019

Nueve de marzo

A veces me gusta pensar desde la estación espacial, como si yo estuviese allí entre sus habitantes, fantasma de mi imaginación. No os veo a nadie, ni siquiera a mí, que en realidad no estoy allí pero estoy aquí, tan lejos, una molécula invisible. Las imágenes de mi hogar son manifestaciones pictóricas en movimiento: continentes ocres, huracanes blancos, océanos azules. Sólo al llegar la noche, como sucede ahora, comienza a revelarse que existe vida y energía en mi planeta, y se hace presente a través de la luz que emiten las ciudades y pueblos. Zonas del planeta rebosantes de estrellas interconectadas entre sí y zonas del planeta oscuras como agujeros negros. Pero pronto daré la vuelta al planeta una vez más y volaré sobre la superficie iluminada por el sol, una superficie donde aparentemente no hay nadie, nadie matando y muriendo, nadie naciendo, nadie escribiendo nada.

viernes, 8 de marzo de 2019

Ocho de marzo

Escribo en la habitación de Zaragoza donde Maite pasó su adolescencia. Aquí estudiaba, aquí merendaba con sus amigas, aquí me hacía esperar mientras yo estaba abajo, en la calle. Ahora es el cuarto de Paula cuando viene a España -a Zaragoza- y está llena de cosas suyas: dibujos y recuerdos, fotografías de sus compañeros del laboratorio donde colaboró durante sus dos últimos años de carrera.

Me resulta enternecedor. Primero mi compañera, luego mi hija. Y pienso también en mi madre, en mis amigas, en las mujeres que atiendo cada día en el trabajo. Ellas mantienen el mundo en pie. En épocas de guerra y hambre las mujeres sacan adelante a sus hijos e hijas. Podría contaros historias increíbles sobre mujeres fuertes, generosas, mujeres con botas de goma viniendo de la granja de terneros, viudas que durante la crisis han mantenido a hijos y nietos haciendo de su magra pensión un milagro.

Siempre he pensado que si las decisiones políticas fuesen tomadas por más mujeres de lo que son ahora, copadas por los hombres y nuestra testosterona, las cosas irían mucho mejor. Ellas saben qué es crear vida y se lo pensarían dos veces antes de enviar a los jóvenes a luchar en guerras geoestratégicas.

Este planeta necesita más mujeres decidiendo en asuntos tan importantes como el cambio climático o la igualdad de género y entre continentes. Muchas más mujeres como la que dormía aquí hace treinta años, como la que duerme ahora mismo en Bergen, como la que duerme en su piso a sus casi ochenta años junto a mi padre de ochenta y tres, como mi hermana en mi pueblo, mis cuñadas, mis sobrinas preciosas, mis amigas del alma, nuestra vecina S. aquí en Zaragoza, que tiene llaves de nuestra casa heredada, una mujer maravillosa y valiente que, tras una relación de maltrato y violencia de género, ha logrado seguir adelante con su vida y sus dos hijos, que la quieren con locura. Maite y yo también la queremos mucho.

Lo mejor de la jornada de hoy es que la afluencia de mujeres y hombres a las convocatorias feministas en todas las ciudades de España han dejado en ridículo la que convocaron las derechas en Madrid. En ridículo. No suelo escribir de política en mi diario, intento preservarlo de eso y convertirlo en algo literario, poético, pero hoy no puedo. El veintiocho de abril debemos votar todos, todas, que no se quede en casa ni un solo voto progresista. Lo que tenemos enfrente es muy feo, muy garrulo, algo terrible. Hay que votar feminismo y justicia social. Sé que tal vez tengamos que taparnos un poco la nariz, pero existen elecciones históricas y ésta será una de ellas. Buenas noches y buena suerte.

jueves, 7 de marzo de 2019

Siete de marzo

Un día más con muchos rostros nuevos al otro lado de mi mesa de trabajo, y también algún que otro conocido. Por la tarde, después de la siesta, cociné estofado irlandés para mañana. Ahora es de noche. Tengo mucho sueño y una vida normal.

miércoles, 6 de marzo de 2019

Seis de marzo

Acaba de tronar y granizar como si estuviésemos en verano. He pensado en los almendros en flor. Todas las flores al suelo. El cielo se ha vuelto de color naranja, como si fuésemos una colonia humana en Marte. La pequeña diferencia es que allí hoy no llueve a mares como si hubiera llegado el apocalipsis. Me alegro de que nuestro viejo coche esté en el garaje. Tormenta de verano antes de la primavera. Todo está cambiando. Esta noche dormiré bien.

martes, 5 de marzo de 2019

Cinco de marzo

Siempre o casi siempre escribo por la noche, cuando el día termina. Al fin y al cabo esto es un diario. Hoy no me sucedió nada fuera de lo común salvo saber de seres humanos que no conocía antes y dejaron una huella en mí. Personas de las altas montañas cubiertas de nieve, personas del llano de almendros en flor, vecinos de nuestra pequeña ciudad. Ese es el punto en el que siempre debo estar con los oídos bien abiertos y toda mi profesionalidad al servicio de quien se sentó al otro lado de mi mesa.

Sí, lo sé, soy un privilegiado. Poder ayudar y resolver dudas de personas como yo. No existe un día en el que no sea consciente de esa suerte y esa oportunidad.

Ladra un perro. El tiempo pasa. Hoy trabajé, como todos los martes, por la mañana y por la tarde, hasta las siete. Estoy muy cansado mentalmente y voy a acostarme a pesar de la hora tan temprana. Bona nit a tothom. Buenas noches a todas y todos. El perro sigue ladrando, pero sé que en cuanto ponga mi cabeza en la almohada despertaré en otro mundo.

lunes, 4 de marzo de 2019

Cuatro de marzo

El río continúa fluyendo hacia el mar frente a mi casa. La noche ha llegado. Mira las estrellas lejanas, tan lejanas que hace millones de años murieron y contemplas su luz viajando a través de distancias casi incomprensibles. Cena tranquilamente con tu familia o con tu gata, cena solo o no cenes nada antes de irte a dormir. Somos criaturas de un día.