De madrugada, a las seis de la mañana, llevaba a mi hija a Barcelona a través de la noche cerrada. La autopista estaba desierta y las luces interiores del coche parecían las de una pequeña nave espacial. Hablábamos y hablábamos. Luego comenzó a amanecer, creo que a la altura de Tarragona: un espectaculo no por cotidiano más inconcebible. Ahora ya está en Bergen, junto a su pareja. Yo estoy cansado pero feliz porque mi niña de treinta y un años haya llegado a su destino. Dos mil veintitrés termina. Maite está saliendo de una gripe que la ha dejado debilitada, así que no creo que haya noche vieja. Pero todas las noches son viejas como todas las madrugadas, como la de hoy saliendo de Zaragoza rumbo al aeropuerto de Barcelona, son nuevas, vírgenes, páginas en blanco. Mañana comenzará un nuevo año en nuestro calendario, en nuestra cultura, en la religión mayoritaria de este país, en nuestro hemisferio. Dormiremos igual de bien o de mal, cada noche seguiremos despertando a otros mundos y lugares. Ya no hago buenos propósitos al comenzar dos mil veinticuatro, tengo alguna que otra intención, pero ninguna expectativa. No sé qué sucederá. Sólo deseo tranquilidad.
domingo, 31 de diciembre de 2023
miércoles, 27 de diciembre de 2023
Yo soy
Yo soy Jesús Miramón, hijo de Jesús y Natividad. No soy un ser humano perfecto, ni siquiera me acerco a algo lejanamente así, pero soy yo. Tengo virtudes y defectos, talentos naturales y debilidades igualmentente naturales, y a veces me he querido y a veces me he odiado. Soy amado y amo, eso lo sé, y esta consciencia cierta me salva de los aspectos nefastos del mundo, y de los míos también. Yo soy Jesús Miramón, esposo y fiel compañero de Maite, padre de Paula y Carlos, e intento vivir mi vida como soy: limitado, ilimitado, a veces enfermo, a veces entusiasta, a veces perezoso, a veces explorador. No me diferencio un ápice del resto de seres humanos de mi planeta. Soy un hombre común. Siento. Sufro. Gozo. Duermo. Despierto. Escribo paso a paso, día a día, mi camino. Yo soy Jesús Miramón.
miércoles, 20 de diciembre de 2023
Los caballos lo mejoran todo
Estoy tan cansando, tengo tanto sueño, que no puedo dormir. Me gustaría cerrar los ojos y despertar en el otro lado, lentamente. Caminos cubiertos de hojas secas, cielos azules. El años dos mil veintitrés termina. Tengo sesenta años. ¿Qué significa todo esto? Nada. Lo mismo que los volcanes islandeses o las moscas que, a pesar del frío del invierno, en entornos cerrados y cálidos aparecen y viven un poco más sin saber nada. A mí me salva el amor, pero sin aspavientos. El amor tranquilo, cotidiano. El Alzheimer de mi madre sigue avanzando inexorablemente, pero todos, su marido, mi padre, y sus hijos e hijas, los ocho, más sus diez nietos, estamos ahí, amándola, amándoles. Esta mañana en Barbastro la temperatura estaba bajo cero, los coches cubiertos por el hielo como pequeñas banquisas de la antártida. Los martes trabajo por la tarde y al salir a la calle a las siete había niebla y mucho frío. He ido a comprar cuatro cosas y he vuelto a casa. Le he dado un beso en la boca a mi mujer. Hemos cenado un poco, algo entre comida y tapas. Y en este momento, horas después, he intentado dormir y, del cansancio que siento, no puedo viajar a caminos de hojas secas y caminos azules. No pasa nada, leeré un rato y caeré rendido. Tal vez las hojas secas del camino sean sustituidas por la arena del desierto, o por el asfalto de ciudades desconocidas, o por la superficie de planetas todavía no descubiertos. Me gustaría soñar con caballos. Los caballos lo mejoran todo, los amo.
miércoles, 6 de diciembre de 2023
El arroyo
A veces pienso en mi muerte y sufro por el trabajo que daré a los demás, por su tristeza, por su sufrimiento al amarme y saber que he desaparecido. Pero a mí no me da un miedo terrible. Sé que la vida es un sueño, y lo sé desde muy pronto, tal vez porque nací muerto. A veces pienso: "cuando muera ya no escucharé permanentemente el tinitus que me acompaña desde hace años, ya no tendré ataques de pánico, ya no sufriré ansiedad por nada, me diluiré en el universo, molécula a molécula, partícula a partícula, y regresaré a donde estuve o no estuve antes". Luego pienso en mi compañera, en mi mujer, en la persona con la que he compartido casi toda mi vida, y no quiero que llore, no quiero que me eche de menos, y también pienso en mis hijos y sucede lo mismo. Creo que la muerte me da más miedo por el dolor que podría provocar en los demás que el que podría provocarme a mí. Supongo que le pasa a todo el mundo, que es un sentimiento común a partir de cierta edad. Las montañas ya tienen nieve. Hace frío por la mañana. Este extraño lugar continúa siendo real, sólido, un planeta que gira alrededor de una estrella. Y el tiempo, como el arroyo más pequeño y humilde del bosque, fluye en una sola dirección.
Anotado por Jesús Miramón a las 20:38
martes, 28 de noviembre de 2023
Este mundo
Si escribo ahora mismo que me voy a dormir, que estoy muy cansado, que en mi cabeza suenan las decenas de voces de las personas que he atendido hoy en mi trabajo, que en mi cuerpo siento un desfallecimiento suave, casi dulce, una marea que me arrastra; si escribo ahora mismo que me voy a dormir, que cerraré los ojos y mi cerebro se hará cargo del resto de la noche, quién sabe, igual todo eso significa que estoy vivo en este mundo.
lunes, 27 de noviembre de 2023
domingo, 19 de noviembre de 2023
Tuétano
Entre el amor y el aburrimiento no pasa nada malo; tampoco entre una siesta y el entusiasmo. Nada, ni siquiera la experiencia, es una respuesta. Tenemos lo que tenemos: nuestra humanidad absurda, contradictoria, milagrosa como un caracol o una jirafa, y nada más. Todo es un regalo porque lo contrario es nada. Me duele hasta el tuétano la guerra y el sufrimiento, pero no sé qué hacer al respecto desde este oasis planetario que es mi país salvo votar, expresarme, llorar, y a veces también reír, reír y llorar. Entre la siesta y la lucidez no pasa nada malo. Entre el último paso y el siguiente sólo existe nuestra curiosidad, y el amor. Cuando muera, y he visto morir en mis brazos, esa será la huella.
Anotado por Jesús Miramón a las 20:06
jueves, 16 de noviembre de 2023
Y ladrar
Son las nueve menos diez y estoy tan cansado que ahora mismo me acostaría y dormiría hasta las cuatro o las cinco de la madrugada. Me ha pasado otras veces. Despierto en la noche, leo, escucho la radio, vuelvo a dormir algunos minutos, y finalmente, cuando amanece, me siento casi tan cansado como cuando me acosté. Vivo una vida desafinada, desequilibrada, pero es mi vida ahora. En este mismo instante estoy deseando cenar para acostarme y soñar. Unos perros ladran fuera, en la calle. Un millón de veces he deseado ser un perro. Sólo quiero dormir y dormir, y soñar, y ladrar como lo estoy haciendo ahora.
viernes, 13 de octubre de 2023
Mi especie
No puedo escribir porque todo me desborda. No soy capaz de comprender el mundo, y describirlo me hace mucho daño mentalmente, pues se suceden las guerras y las desgracias más terribles. En el trabajo la semana pasada una joven extranjera me contó que había intentado suicidarse, y me dijo cómo, y me explicó su sensación de derrota al despertar en el hospital. Todavía no he logrado olvidar sus palabras y lo que ellas y su cuerpo desprendían. Ya no puedo ver imágenes como las que se emiten en los telediarios: asesinatos a sangre fría, violencia, secuestros, bombardeos sobre la población civil. ¿Por qué ofrecen esas secuencias en las noticias? ¿Qué aportan salvo ansiedad y desesperación? Sí, hay también cosas buenas. Y procuro disfrutarlas, pero algo en mi interior tiembla. No se estremece: tiembla al darse cuenta de que todo puede cambiar en un momento. Mientras tanto sigo adelante. Me acuesto muy temprano. La semana próxima volaremos a Bergen, en Noruega, para estar con nuestra hija y su pareja durante unos días. Tengo ganas de abrazarla con mis brazos y mi barba de oso. Tengo ganas de dejar descansar mi vista sobre el mar del norte, tengo ganas de caminar a través de bosques y rocas, tengo ganas de cocinar comida rica para Paula y Alex, y para Maite y para mí también, claro. Tengo ganas de alejarme de aquí, de esto que me pasa desde hace semanas, meses, desde que comenzó la guerra de Ucrania, tal vez, ahora ya olvidada y donde siguen muriendo seres humanos de todas las edades, sobre todo jóvenes. No puedo comprender que ante la presencia del cambio climático que cambiará nuestro futuro como especie sigan sucediendo las mismas cosas que hace miles de años: las mismas guerras de religión, de territorios, de poder. Siempre me he considerado una persona optimista, pero la realidad me supera. ¿Cómo puede ser mi especie tan estúpida, tan irresponsable? ¿No sabe lo que se avecina? ¿No es capaz de entender nada?