He ido a comprar al supermercado Carrefour del final de la Avenida de Navarra. Era temprano pero ya estaba lleno de personas como yo aprovisionándose para nochebuena y navidad. El ambiente era casi distópico, como si los langostinos, el ternasco, los turrones y los polvorones fueran a terminarse en poco tiempo. Soy muy sensible a las vibraciones de los lugares y he tenido que irme antes de comprar toda la lista que llevaba preparada. Tanta prisa, tanto afán, tanto espírito navideño cegaba mis fosas nasales e inundaba mi cerebro de cortisol. Lo que queda por adquirir lo obtendré mañana o pasado mañana, y el martes y el miércoles mi familia se reunirá en nuestra casa. Igual que en los últimos años, pensaremos que tal vez sea la última vez en la que estamos todos, pero no lo diremos en voz alta. El alzheimer de mi madre progresa lenta e implacablemente, ajeno a la navidad y los villancicos, como avanza el tiempo sin detenerse un instante, ajeno a la existencia, sin comprendernos.
sábado, 21 de diciembre de 2024
viernes, 20 de diciembre de 2024
domingo, 30 de junio de 2024
Tres cuartos de hora
Junio de dos mil veinticuatro termina. No volverá a suceder. Tomé las tres primeras semanas de vacaciones y viajamos a Bergen para estar con nuestra hija, durante esas semanas ella y Alex tenían dos viviendas alquiladas y aprovechamos la ocasión. Maite y yo vivíamos en su casa anterior mientras ellos hacían su vida en la posterior. Fue muy bonito tener a mi hija al alcance de la mano. Yo fui feliz con la lluvia y el frío, fui feliz con el sol de medianoche, fui feliz por poder abrazar y besar a Paula, mi ratoncita, cada día. Hicimos excursiones, pasamos los últimos días en una casa en un fiordo donada a la universidad, que sortean entre sus trabajadores y le había tocado a Alex. Bosques de musgo, cascadas, ríos, agua dulce, agua salada, cielos de color acero: Noruega.Ahora escribo en España. Ayer llovió y el río Vero fluye de color marrón frente a nuestro apartamento en Barbastro. Los campos, en esta época del año, son amarillos. El verde esmeralda de la primavera dio paso al cereal dorado como el oro de los aztecas. Los aviones y vencejos rasgan el cielo con sus alas en forma de guadaña. El mundo y, sobre todo, el curso del tiempo, es algo difícil de escribir. Pero junio termina y yo me acostaré con el ventilador, esa hélice de hidroavión de Alaska, encendido en el modo dos. Echo de menos a mi hija que vive tan lejos; echo de menos a mi hijo que vive tan cerca pero se ha hecho un hombre; echo de menos mi juventud junto a mi compañera, cada día más preciosa y parte de mi ser, de mi vida. Soy un hombre normal y sólo quiero disfrutar sin alharacas del tiempo que me ha sido dado. Nada más me importa. Julio de dos mil venticuatro ya está ahí, a la vuelta de tres cuartos de hora. Yo dormiré.
lunes, 10 de junio de 2024
martes, 28 de mayo de 2024
Sesenta y uno
Hoy he cumplido sesenta y un años. En la adolescencia, la época en la que quería ser un poeta romántico y todo eso (en la segunda mitad del siglo XX, hay que fastidiarse), nunca pensé que alcanzaría esta edad: me parecía tan lejana como Júpiter. Y aquí estoy. Vivo. Apenas escribo, apenas leo (internet ha hecho estragos en mí en ese sentido), cocino mucho, paseo con Maite por el campo y sigo trabajando con decenas de personas que se sientan al otro lado de mi mesa cada día. Hago terapia con una psicóloga online, tomo medicación, intento aprender a vivir en el ahora, este ahora donde el alzheimer de mi madre avanza lentamente día a día. No me quejo de nada: la vida es todo esto: reír y llorar, aburrimiento y estrés, acelerar y frenar, amar y amar, y amar. Pese a mis adicciones domésticas y la pereza que siempre me acompaña, me siento bien. Me siento querido, muy querido, y eso es algo que me ayuda a suponer que mi vida no carece de cierto sentido. Sigo teniendo la intensa sensación, que me acompaña desde los trece o catorce años, de no entender de qué va exactamente esto que se resume en vivir. Vivir diariamente. Morir cada noche y resucitar cada mañana, ver los abejarucos de colores exóticos volar entre campos de almendros olvidados por los herederos urbanos de sus propietarios fallecidos. Sigo sorprendiéndome de que el cielo de mi planeta sea azul, tan azul, sobre todo aquí, en el Somontano de Huesca, sobre todo cuando en su altura flotan nubes blancas. Hoy ha sido mi cumpleaños y yo me retiro a la dulce sepultura nocturna, llena de sueños y otros países y otras familias y ciudades de un universo diferente. El río me sigue llevando mientras contemplo pasar sobre mí las ramas de los árboles. El río me sigue llevando como el corcho que soy al albur de la corriente, bajo las estrellas nocturnas.
jueves, 23 de mayo de 2024
Migas de pan
Mayo avanza nube a nube, noche derrotado tras noche derrotado, despertar a las cinco de la madrugada, sentir arcadas de puro cortisol transparente. Y los días continúan uno detrás de otro y yo navego sin timón, sin mapa, sin propósito. Nada tiene sentido para mí salvo el amor, pero a veces ni siquiera el amor es suficiente. Camino poniendo un pie delante de otro pero desconozco a dónde voy. Finalmente soy yo quien se ha perdido en el bosque señalando un sendero de migas de pan que los pajaricos se comerán.
domingo, 12 de mayo de 2024
Lunes significa esperanza
El jueves por la tarde, a eso de las ocho, Maite y yo sorprendimos a un zorro durante nuestro paseo junto a la acequia de Selgua. Fue un visto y no visto, una visión maravillosa que se escondió en la maleza al otro lado del agua. Ahora ladran los perros domésticos de Barbastro. Algunos. Hoy hubo elecciones en Cataluña: parece ser que el independentismo retrocede. Nunca he comprendido el nacionalismo, el patriotismo, tal vez porque he vivido en muchos sitios, tal vez porque sospecho que nacer aquí o allá es casual, como la lluvia o la sequía, como vivir hasta los noventa o morir a los cincuenta de un cancer. Yo creo en las personas, como dijo el poeta: "así tomadas, de una en una"; creo en nuestra especie a pesar de todas las guerras, genocidios y desastres: qué otro remedio tengo: no soy una oruga de procesionaria. Pero en serio: no me cabe duda alguna de que sobreviviremos al cambio climático y la ciencia nos será de más ayuda que la religión (o el nacionalismo, que tanto se le parece). Mañana es lunes, año nuevo, todo por hacer. Debo olvidar el pasado y no pensar en el futuro. Lunes significa esperanza.
miércoles, 1 de mayo de 2024
Paul Auster
Hoy se ha muerto Paul Auster. Tenía 77 años, sólo 16 más que yo, algo que me asombra porque, desde que lo descubrí a finales de los ochenta del siglo pasado, con su primer libro que leí, El palacio de la luna, supe que era un maestro. He sentido pena, me ha dolido su muerte casi como cuando muere un familiar. Fui lector adicto a su escritura desde el principio y toleré los altibajos de su talento, que nunca faltan en cualquier camino, en cualquier trayectoria. Fue muy importante para mí y también para mi mejor amigo. Esta mañana le he llamado a Girona por teléfono para darle la noticia y compartir con él mi dolor. Me sucedió con Raymond Carver y me sucederá con Richard Ford, seguro. Y con tantos otros. No sé si los escritores saben la huella que dejan en nosotros, cómo somos como somos, entre otras cosas, por ellos, por sus libros. Hoy se ha muerto Paul Auster y tengo, entre Barbastro y Zaragoza, todos sus libros excepto el último, que he comprado hoy, ay, a través de internet. Él forma parte de mi bagaje, de mi biografía, más que algunas personas que he conocido realmente. Y siento pena pero, sobre todo, agradecimiento, un agradecimiento profundo a su obra y a su influencia en mi vida. Gracias, Mr. Auster.
Anotado por Jesús Miramón a las 19:11 | Nombres propios
domingo, 21 de abril de 2024
lunes, 15 de abril de 2024
Todo está bien
Mi madre, enferma de un alzheimer muy avanzado, duerme en el hospital militar de Zaragoza, víctima de una neumonía bilateral inesperada. Mi hermana pequeña y su familia, tras estar con mis padres y dar cuenta de todo a los demás, duermen en el pequeño pueblo navarro donde yo y mis antepasados nacieron. Mi hermano gemelo duerme en su casa unifamiliar de la base militar donde antes que él vivieron familias norteamericanas. Mi hermano mediano, después de estar en Valencia, duerme en su piso de dos plantas en un barrio muy antiguo de Zaragoza. Yo escribo estas palabras en Barbastro pensando en mi padre, que duerme en el piso familiar de la calle Fita donde todos crecimos. Hablé con él hace un par de horas y estaba tranquilo, como él es. Si existe un hombre tranquilo ése es mi padre. Vive a caballo del flujo presente de la vida, traiga lo que traiga. Le envidio tanto. Es la mejor persona que he conocido en toda mi existencia, es nuestro héroe y nuestro ejemplo en estos años duros. Es inteligencia natural, sin estridencias, de una generosidad infinita. Como diría él: "todo está bien".