De que la vida es una experiencia personal uno se da cuenta al tratar con personas muy mayores. Poco importa si su pasado se nutre de la analfabeta soledad de un niño de ocho años pastoreando ovejas en medio de la estepa de los Monegros, o del tic-tac del reloj de pared de la sala donde el hijo del dueño del rebaño hace sus deberes a media tarde. Lo que les importa, a unos y a otros, es haberlo vivido, haber sido. Es así de sencillo.
lunes, 19 de noviembre de 2007
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3 comentarios:
Una experiencia personal que en algún momento, entre los 18 y los 40, pisa el acelerador y, de repente, estás frente al espejo de los recuerdos, con surcos, entre canas. Lástima no encontrar la tecla REW. Saludos
Ana, entre los 18 y los 40 ¡y más allá! Es tremendo, resulta que aquello que nos decían: que con la edad el tiempo parece pasar más deprisa, ¡era cierto! Pero quiero evitar la tentación de la complacencia melancólica (aunque en días de lluvia como hoy no sea fácil conseguirlo). Saludos.
Hola, Jesús. Hay muchísimas cosas que se me han ocurrido sobre tus posts y que al final no me he decidido a escribir, ya sabes. No es que este post en particular me haya gustado más que otros, sino que se me ha hecho más misterioso. Contiene una idea muy profunda, nueva para mí, que se me escapa, pero que me parece muy importante. Algo muy gordo que no acabo de acertar a expresarme.
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