Diciembre se precipitó y precipitó
hasta desaparecer
en el ojo de una aguja.
Mañanas frías de enero,
lentas, esperanzadas, ignorantes.
Pequeñas garzas blancas
buscan comida en los campos labrados.
Un tren rompe el silencio
sin espantarlas.
jueves, 17 de enero de 2008
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4 comentarios:
Tiene mucha música eso, Jesús.
Y ritmo.
Bello de verdad.
Gracias, Miranda. Un beso.
Las mañanas de invierno pueden llegar a quemar, a doler muy lento y muy fuerte en la mirada... son pues, a veces, infinitamente bellas.
Hola, Mirielle, bienvenida y encantado de conocerte.
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