miércoles, 21 de mayo de 2008

En la cafetería

Al otro lado de la cafetería una pareja discute acaloradamente, o, para ser más preciso, ella discute con el rostro encendido mientras él, de espaldas a mí, escucha encogiendo los hombros a cada rato. La mujer es muy hermosa y su estado de agitación todavía la embellece más. Parece desgranar una larga lista de reproches levantando uno a uno los dedos de las manos, sin dejar de mirar a los ojos a su interlocutor. Qué difícil resulta concentrarme en el periódico, beber a sorbos el café recién hecho, no escuchar, no mirar furtivamente.

2 comentarios:

Luis Rivera dijo...

¿No suele suceder que uno se enamora furtivamente de esas mujeres a las que parece que otros las hacen desgraciadas?

Jesús Miramón dijo...

Oh, sí, desde luego que sí.