Al otro lado de la cafetería una pareja discute acaloradamente, o, para ser más preciso, ella discute con el rostro encendido mientras él, de espaldas a mí, escucha encogiendo los hombros a cada rato. La mujer es muy hermosa y su estado de agitación todavía la embellece más. Parece desgranar una larga lista de reproches levantando uno a uno los dedos de las manos, sin dejar de mirar a los ojos a su interlocutor. Qué difícil resulta concentrarme en el periódico, beber a sorbos el café recién hecho, no escuchar, no mirar furtivamente.
miércoles, 21 de mayo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
¿No suele suceder que uno se enamora furtivamente de esas mujeres a las que parece que otros las hacen desgraciadas?
Oh, sí, desde luego que sí.
Publicar un comentario