En uno de las maceteros de obra de la terraza del salón, justo debajo de los nidos colgantes de los vencejos, se ha instalado una pareja de palomas comunes. Esta tarde he comprobado que ya hay dos huevos. Hace tiempo que se secó el arbusto de hortensias y me alegra pensar que otra forma de vida ha ocupado su lugar. En mi casa somos un desastre para las plantas, nunca nos acordamos de regarlas y se mueren o desarrollan mutaciones que les permiten sobrevivir por sí mismas; sin embargo no se nos dan mal los animales salvajes: palomas callejeras, salamanquesas, hormigas, arañas, etcétera.
Ya cuando vinimos a vivir aquí, hace seis o siete años, había un nido de palomas en la jardinera exterior de la ventana de la galería de la cocina. Durante unos segundos tuvimos en cuenta la posibilidad de acabar con él, pero ¿quiénes eramos nosotros para hacer algo así? De hecho, si lo pensábamos bien, las palomas estaban en la casa antes que nosotros. Decidimos darles una oportunidad y la aprovecharon: los pollos nacieron, feos y estrambóticos, engordaron, se cubrieron de plumón, crecieron, desarrollaron las hermosas plumas de los adultos, se fueron volando. Paula y Carlos asistieron a todo el proceso, disfrutaron mucho y pienso que tal vez aprendieron algo, no sé. Esta vez actuaremos del mismo modo, dejaremos que la naturaleza siga su curso. Desde mañana hasta que los pichones se vayan volando.
domingo, 11 de mayo de 2008
Un nido de palomas
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6 comentarios:
Acaban de llegar los vencejos y unos pajarillos que no puedo identificar se han instalado en un nido que abandonaron otros el año pasado, entre el ramaje del arce. El otro día, un ratoncillo de campo cruzó tranquilamente entra las patas de la silla en que estaba sentado. He puesto un colgador con semillas en el castaño. Solamente procuro mantener alejados a los topos, sin demasiada violencia. La verdad, me gustaría que fuéramos vecinos, Jesús.
A mí también, Luis. Un abrazo.
Oye, Jesús, comento sólo para decirte si quieres conocer (aunque sea de espaldas) a mis Paula y Carlos; que me hace cierta ilusión.
Un abrazo muy fuerte.
(Bueno, que vayas a mi blog, claro...)
Ya los he visto: son preciosos. Un abrazo.
:-)
Es curioso, donde yo vivo las palomas son una plaga, está prohibido alimentarlas y todos los balcones están equipados con algún invento cutre para tratar de alejarlas. Cuando anidan en alguna jardinera, la consigna es: hay que romper los huevos, para que se vayan y no vuelvan a intentarlo.
En realidad a mi me encantaría dar cobijo a una de estas familias de fugitivas, es gracioso de qué maneras tan tontas podemos infringir las leyes.
Hola, Veruca, las palomas son una plaga en casi todas partes. Donde yo vivo no tanto porque es un pueblo y tienen más depredadores y más competencia que en las ciudades (sobre todo de las tórtolas turcas). Un saludo y bienvenida.
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