Por la mañana fui a tirar la basura. Hay una calle donde están todos los tipos de contenedores de reciclaje que existen en este momento del siglo XXI: vidrio, cartón, plástico, incluso aceite usado y prendas que ya no se utilizan. Vacié las bolsas y cajas en sus respectivos lugares y de pronto miré a mi alrededor: vi ropa colgada en tendedores frente a ventanas pequeñas, vi la copa desnuda de los árbolillos de la acera, los dibujos infantiles en la fachada del colegio de primaria, el cielo tan azul más arriba del maravilloso frío que convertía mi aliento en humo del tabaco que no fumo; miré mis botas sobre el suelo, la vieja Citroën Picasso de casi trece años ronroneando como el primer día a mi lado, y tuve ese momento Matrix, La vida es sueño, El show de Truman, ¿qué cojones se supone que estaba sucediendo en ese momento? ¿Qué era verdad y qué no lo era? ¿Qué era real y por qué?
Sin respuesta alguna subí al coche y me detuve en la panadería donde trabaja Laura. Todavía le quedaba un pan de hogaza. Los hornea con fuego de leña su jefe, un panadero marroquí de Graus, y es buenísimo. Nos saludamos con simpatía, Laura me envidió por poder dormir un domingo hasta las once de la mañana y después nos dijimos adiós, nos deseamos un buen día y regresé a este mundo.
domingo, 8 de enero de 2017
Este mundo
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2 comentarios:
Y qué maravilla, Jesús (y no sé cuántas veces te lo he dicho ya, pero nunca sin sentirlo), seguir pudiendo leerte, leer a alguien viviendo y mirando alrededor.
Repito: que tengamos un año feliz. Que nos lo merecemos, ¿no?
Un abrazo.
Otro abrazo y sí, yo creo que nos lo merecemos ;-)
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