Junto al canal en medio del campo que recorría ayer y antes de ayer al lado de M., esta mañana hemos dado un paseo José Luis y yo. El cielo estaba un poco nublado y el brillo de las lejanas montañas era más pálido que el sábado, como si en vez de nieve helada la cordillera estuviese cubierta de sábanas inmensas.
El asunto es que José Luis trabaja por la tarde y yo trabajo por la mañana así que, salvando los fines de semana, la única manera de vernos es cuando uno de los dos tiene fiesta. Yo disfrutaba de un día de vacaciones que no disfruté el año pasado, así que era la ocasión perfecta.
Y siempre nos sucede a todos lo mismo, creo: te ves con tu amigo o tu amiga y te preguntas: ¿cómo es posible que haya pasado tanto tiempo desde la última vez? ¿Cómo podemos ser tan descuidados? Pero al cabo de algunos minutos todo sucede como si nos hubiésemos visto ayer, y de algún modo la amistad fluye como si fuese nueva y reciente.
Hemos paseado tranquilamente los seis kilómetros de ida y vuelta que me sé de memoria. El canal bajaba con muy poco caudal de agua, dejando asomar islas de musgo empapado, y en algunos tramos olía como si estuviésemos en un puerto de agua dulce. Hemos hablado de nosotros, de nuestras familias, de nuestros hijos, también de cosas muy íntimas.
Una bendición de caminar con José Luis Ríos a través del campo es que no tengo que esforzarme en explicar las cosas que digo, él sabe exactamente de qué hablo cuando hablo, como yo sé de qué habla él cuando habla; sabemos en qué aventura estamos sumergidos los dos, qué precio pagamos y por qué lo pagamos. Además, y esto es muy importante para mí, es una de las personas más buenas que conozco en el sentido más común de la palabra.
Nos hemos despedido prometiéndonos no dejar pasar tanto tiempo entre cita y cita. Bueno, en realidad siempre que nos despedimos lo decimos.
lunes, 30 de enero de 2017
Un paseo
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7 comentarios:
Pero esta vez será verdad: no tanto tiempo entre un encuentro y otro. Lo pasé muy bien, Jesús, siempre es un placer hablar contigo.
Un abrazo
Para mí también fue un gran placer, José Luis.
Un abrazo.
Y, digo yo, además de que vosotros seáis capaces de repetir más a menudo vuestros encuentros, ¿seré yo capaz de tener el primero?
Ojalá.
Quién sabe, Porto, Giovanni/Jan y Aafke estuvieron en Binéfar, en casa de José Luis, ¡incluso tomamos unas cervezas en al Chanti!
Que José Luis y yo vayamos juntos a Galicia es un poco complicado, pero Aragón tiene mucho que ofrecer...
El verano pasado y los anteriores estuve en Galicia por lo del Camino de Santiago, pero hace unos años, cuatro o cinco, estuve el La Coruña y, de visita breve, en Cedeira, Vvicedo, Viveiro..., O Barqueiro. Estos días como hoy, desapacibles, me pregunto cómo debe ser vivir en Bares, en Cariño, pero vivir de fijo, no veranear. En fin, que estos temporales deben ser tremendos, allí.
Un abrazo
Pues bastante terrible, sí.
Estos días son duros. Pero me temo que lo mayor dureza de esos inviernos no es meteorológica.
Un abrazo.
Me lo temía.
Un abrazo
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