viernes, 23 de mayo de 2008

Lejanas fronteras

Ha cesado la lluvia y los pájaros han empezado a trinar como locos con su habitual alegría. A miles de kilómetros de aquí, en Nepal, el cuerpo de un montañero español cuelga para siempre de la helada pared sur del Annapurna (gloria eterna al alpinista suizo Ueli Steck, quien jugándose la vida acudió en su socorro e intentó ayudarle hasta el final). Más al norte, bajo los escombros de ciudades enteras, yacen miles de muertos, y, entre ellos, miles de niños en un país de niños únicos (futuros violinistas únicos, albañiles, agricultores, poetas, enfermeras, camareros, besadores, abrazadores, apicultores únicos).

Ha cesado la lluvia. El sol se asoma, el sol se esconde. Contemplo cómo poco a poco se seca el suelo de la terraza. Las nubes navegan sobre mi casa, ajenas a la existencia de mi especie. Lo sé: todo esto es muy extraño. Nuestro mundo y sus lejanas fronteras. Lo sé.

miércoles, 21 de mayo de 2008

En la cafetería

Al otro lado de la cafetería una pareja discute acaloradamente, o, para ser más preciso, ella discute con el rostro encendido mientras él, de espaldas a mí, escucha encogiendo los hombros a cada rato. La mujer es muy hermosa y su estado de agitación todavía la embellece más. Parece desgranar una larga lista de reproches levantando uno a uno los dedos de las manos, sin dejar de mirar a los ojos a su interlocutor. Qué difícil resulta concentrarme en el periódico, beber a sorbos el café recién hecho, no escuchar, no mirar furtivamente.

domingo, 18 de mayo de 2008

Una excursión

El sábado por la mañana quedamos en Lérida con unos amigos que viven en Reus. Hacía un tiempo magnífico y dimos un paseo por la calle mayor. También visitamos la catedral más antigua, la Seu Vella, situada en la cima del Puig del castell, el punto más alto de toda la ciudad. De la catedral me impresionó el claustro y sus grandes ventanales góticos. Siempre me han gustado mucho los claustros, la paz y el reposo que se respira en ellos. Un grupo de niños y niñas vestidos de primera comunión esperaban silenciosamente junto a la puerta de la iglesia el momento de salir al encuentro de los flashes de las cámaras fotográficas.

Al mediodía fuimos a comer a un restaurante situado en las huertas de árboles frutales que rodean la capital. Pedimos caracoles a la llauna, ensalada de setas, esqueixada de bacalao, jamón ibérico, parrillada de carne... comimos muy bien. Después de los cafés y los chupitos de orujo nos fuimos a caminar por los campos circundantes.

El sol brillaba en el cielo, no hacía demasiado calor, a nuestro alrededor todo era verde y los viejos amigos estábamos juntos. Una perra de color canela salió de una masía y decidió acompañarnos. Trotó mansamente a nuestro lado durante un buen rato.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Columna de humo

Muchas generaciones trabajaron sin desfallecer hasta terminar la máquina definitiva, y, cuando ésta estuvo preparada, la pareja sentimental compuesta por el teniente Sissoko Mansell y la antropóloga Chihiro González entró en ella despidiéndose para siempre del agonizante siglo cincuenta y dos.

El viaje, como los ingenieros habían predicho, duró apenas un segundo, una leve pérdida de consciencia seguida de silencio. Abrieron la escotilla. El cielo no era naranja sino azul. Salieron al exterior. Había una playa. Dunas cubiertas de hierba alta. Había tanto oxígeno en la atmósfera que se sintieron mareados durante unos instantes. Chihiro creyó oír el zumbido de un insecto. El canto de un pájaro entre las ramas del bosque que moría en la arena.

Aunque sabían desde el principio que la máquina era de un solo uso, en una sola dirección, sintieron una punzada de angustia al destruirla y enterrar sus restos. Luego cargaron con sus provisiones y armas y se adentraron en la maleza, rumbo a la solitaria columna de humo que se elevaba al otro lado de las colinas.

Prado verde y florido

Prado verde y florido, fuentes claras,
alegres arboledas y sombrías;
pues veis las penas mías cada hora,
contadlas blandamente a mi pastora;
que, si conmigo es dura,
quizá la ablandará vuestra frescura.

El fresco y manso viento que os alegra
está de mis suspiros inflamado,
y, pues que os ha dañado hasta agora,
pedid vuestro remedio a mi pastora;
que, si conmigo es dura,
quizá la ablandará vuestra frescura.

Francisco Guerrero (1528 - 1599)


Jordi Savall - Hesperion XX

domingo, 11 de mayo de 2008

Un nido de palomas

En uno de las maceteros de obra de la terraza del salón, justo debajo de los nidos colgantes de los vencejos, se ha instalado una pareja de palomas comunes. Esta tarde he comprobado que ya hay dos huevos. Hace tiempo que se secó el arbusto de hortensias y me alegra pensar que otra forma de vida ha ocupado su lugar. En mi casa somos un desastre para las plantas, nunca nos acordamos de regarlas y se mueren o desarrollan mutaciones que les permiten sobrevivir por sí mismas; sin embargo no se nos dan mal los animales salvajes: palomas callejeras, salamanquesas, hormigas, arañas, etcétera.

Ya cuando vinimos a vivir aquí, hace seis o siete años, había un nido de palomas en la jardinera exterior de la ventana de la galería de la cocina. Durante unos segundos tuvimos en cuenta la posibilidad de acabar con él, pero ¿quiénes eramos nosotros para hacer algo así? De hecho, si lo pensábamos bien, las palomas estaban en la casa antes que nosotros. Decidimos darles una oportunidad y la aprovecharon: los pollos nacieron, feos y estrambóticos, engordaron, se cubrieron de plumón, crecieron, desarrollaron las hermosas plumas de los adultos, se fueron volando. Paula y Carlos asistieron a todo el proceso, disfrutaron mucho y pienso que tal vez aprendieron algo, no sé. Esta vez actuaremos del mismo modo, dejaremos que la naturaleza siga su curso. Desde mañana hasta que los pichones se vayan volando.

jueves, 8 de mayo de 2008

Una señora polaca

Por la tarde atiendo a una señora polaca. Tiene cierto aire antiguo, el pelo corto y teñido de rubio, un pantalón de pinzas de color gris que le llega más arriba del ombligo. Trabaja en el campo y sus manos son fuertes, de dedos encallecidos, las uñas cortas y romas. Es educada, amable, pausada. Al sonreír muestra la ausencia del segundo premolar del lado izquierdo de su boca. Cuando termina la consulta se levanta, me da las gracias, le respondo que no hay de qué, sale a la calle. Pienso en Wislawa Szymborska.

Juguetes

Ayer por la mañana me entregaron mi nuevo portátil, un precioso, blanco y flamante MacBook de Apple (vuelvo a casa). También en estas cosas soy un hombre vulgar: me encantan las máquinas, los coches, los ordenadores, las cámaras fotográficas, todos esos juguetes.