Entre el amor y el aburrimiento no pasa nada malo; tampoco entre una siesta y el entusiasmo. Nada, ni siquiera la experiencia, es una respuesta. Tenemos lo que tenemos: nuestra humanidad absurda, contradictoria, milagrosa como un caracol o una jirafa, y nada más. Todo es un regalo porque lo contrario es nada. Me duele hasta el tuétano la guerra y el sufrimiento, pero no sé qué hacer al respecto desde este oasis planetario que es mi país salvo votar, expresarme, llorar, y a veces también reír, reír y llorar. Entre la siesta y la lucidez no pasa nada malo. Entre el último paso y el siguiente sólo existe nuestra curiosidad, y el amor. Cuando muera, y he visto morir en mis brazos, esa será la huella.
jueves, 16 de noviembre de 2023
Y ladrar
Son las nueve menos diez y estoy tan cansado que ahora mismo me acostaría y dormiría hasta las cuatro o las cinco de la madrugada. Me ha pasado otras veces. Despierto en la noche, leo, escucho la radio, vuelvo a dormir algunos minutos, y finalmente, cuando amanece, me siento casi tan cansado como cuando me acosté. Vivo una vida desafinada, desequilibrada, pero es mi vida ahora. En este mismo instante estoy deseando cenar para acostarme y soñar. Unos perros ladran fuera, en la calle. Un millón de veces he deseado ser un perro. Sólo quiero dormir y dormir, y soñar, y ladrar como lo estoy haciendo ahora.
viernes, 13 de octubre de 2023
Mi especie
No puedo escribir porque todo me desborda. No soy capaz de comprender el mundo, y describirlo me hace mucho daño mentalmente, pues se suceden las guerras y las desgracias más terribles. En el trabajo la semana pasada una joven extranjera me contó que había intentado suicidarse, y me dijo cómo, y me explicó su sensación de derrota al despertar en el hospital. Todavía no he logrado olvidar sus palabras y lo que ellas y su cuerpo desprendían. Ya no puedo ver imágenes como las que se emiten en los telediarios: asesinatos a sangre fría, violencia, secuestros, bombardeos sobre la población civil. ¿Por qué ofrecen esas secuencias en las noticias? ¿Qué aportan salvo ansiedad y desesperación? Sí, hay también cosas buenas. Y procuro disfrutarlas, pero algo en mi interior tiembla. No se estremece: tiembla al darse cuenta de que todo puede cambiar en un momento. Mientras tanto sigo adelante. Me acuesto muy temprano. La semana próxima volaremos a Bergen, en Noruega, para estar con nuestra hija y su pareja durante unos días. Tengo ganas de abrazarla con mis brazos y mi barba de oso. Tengo ganas de dejar descansar mi vista sobre el mar del norte, tengo ganas de caminar a través de bosques y rocas, tengo ganas de cocinar comida rica para Paula y Alex, y para Maite y para mí también, claro. Tengo ganas de alejarme de aquí, de esto que me pasa desde hace semanas, meses, desde que comenzó la guerra de Ucrania, tal vez, ahora ya olvidada y donde siguen muriendo seres humanos de todas las edades, sobre todo jóvenes. No puedo comprender que ante la presencia del cambio climático que cambiará nuestro futuro como especie sigan sucediendo las mismas cosas que hace miles de años: las mismas guerras de religión, de territorios, de poder. Siempre me he considerado una persona optimista, pero la realidad me supera. ¿Cómo puede ser mi especie tan estúpida, tan irresponsable? ¿No sabe lo que se avecina? ¿No es capaz de entender nada?
viernes, 15 de septiembre de 2023
jueves, 14 de septiembre de 2023
Mil doscientos
Llueve en todas partes, a menudo demasiado y de modo desastroso, menos aquí. Pasan los días y el otoño se huele en el aire. Sigo vivo. Iba a escribir que más o menos pero no: en este caso o se está vivo o se está muerto, y un muerto no puede escribir un diario, al menos en este mundo extraño. Leí que hace casi un millón de años mi especie estuvo a punto de extinguirse, que sólo habitábamos este planeta unas mil doscientas personas. Todos nosotros provenimos de aquellos pequeños grupos que sobrevivieron. Por alguna razón leer esa noticia no me sorprendió enormemente: me fascinó, eso sí (vale, de acuerdo, a mí me fascina casi todo). Y no me sorprendió porque, por alguna razón que no soy capaz de articular, desde que era muy, muy joven, tuve o sentí la consciencia de que el azar rige el mundo. Nuestros antepasados sobrevivieron a acontecimientos climáticos o geológicos; otras especies humanas, como los neandertales, no lo hicieron. Hubiera podido suceder al revés. Somos supervivientes, y tal vez lo seamos durante algunos miles o millones de años más. Vivimos una novela, un relato, un poema, que todavía no ha terminado.
viernes, 8 de septiembre de 2023
Como perder una muela
He olvidado escribir, ya sea de manera prosaica o poética. Vivo día a día con mis debilidades, mis asombros, y nada más. He perdido el instinto de formular lo que me sucede, he perdido el instinto de articular mi pensamiento de un modo aproximadamente comprensible. Pero es como perder una muela: uno se acostumbra a ello y puede ser feliz sin ella.
miércoles, 16 de agosto de 2023
lunes, 14 de agosto de 2023
Oportunidad
Yo deseo suavidad, yo quiero cariño, paciencia, yo deseo dulce curiosidad de ida y vuelta. Y mientras tanto el verano mantiene su embestida de escarabajo estercolero, el dios Ra, el que muere y resucita. Yo no resucitaré. Cuando muera ni siquiera habré nacido. Todo esto es muy extraño o, como diría la juventud de hoy: muy random. Pero lo sabemos: somos un atisbo, el vistazo de un segundo en la inmensidad oscura. Y no hay mucho más que hablar. Bueno, sí, nuestro presente: la suavidad, el cariño, la paciencia, la curiosidad, la exploración esperanzada, el amor cotidiano, los placeres tontos, la ilusión. Todo está bien, todo está mal, y nada existe. Pero respiro, tú respiras, respiramos.
viernes, 4 de agosto de 2023
Religión
Continúo en el río. Estoy vivo: cada día amanece. El calor bestial, marciano, inhumano, ha descendido desde ayer, aunque regresará, según los pronósticos. Añoro el invierno, el vapor de humo en mi boca al respirar en la acera de la calle por la mañana. Quienes me conocen lo saben: el frío es mi religión, mi única religión. Todo lo demás es sufrimiento y aceptación, resignación, rendición. El frío me comprende y yo a él. Es absurdo, lo sé; un invento ridículo, lo sé; no tiene ningún sentido racional, lo sé: por todo eso digo que es mi religión.
sábado, 29 de julio de 2023
Cultura
No estoy seguro de saber si siento cansancio o serenidad. Escribo en Zaragoza, a las doce menos cuarto de la noche, y pienso en la domesticación, se me acaba de ocurrir que la domesticación, sobre todo la que nos afecta a nosotros mismos, se nutre del cansancio y la aceptación, de la serenidad. Somos animales domesticados a través de la cultura, los usos y costumbres, las necesidades colectivas, nuestra propia evolución selvática. Por eso podemos compartir un tranvía o un autobús sin asesinarnos inmediatamente unos a otros. Procuro explorar y aprender algo de todo esto que me ha sido dado sin haberlo solicitado, lo mismo que les ocurre y ocurrirá a mis hijos. Toda esta experiencia nuestra en este planeta, en este momento de la historia geológica o histórica, no tiene ningún sentido, es absurda. Pero es, y nos sucede personalmente. Luego están el amor, los sentimientos, el sexo, la compasión, la maldad, la bondad, todo eso.