Marzo, que contiene la palabra mar, termina. Es mi marzo número sesenta. En algún momento marzo desaparecerá, y con él la palabra que contiene. Estoy en una época de mi vida en la que siento un profundo agradecimiento. He sido tan feliz. Acaso lo sea también antes de desaparecer. He tenido suerte, he visitado el mar algunas veces, y recibo tanto amor que no sé muy bien qué hacer con él, salvo devolverlo a mi manera. Me siento un ser humano privilegiado, absolutamente privilegiado. Hago terapia y tomo medicación porque, en realidad, no soy capaz de comprender todo esto. Mi marzo número sesenta se precipita hacia Abril tranquilamente, sin sentimientos, como hacen los ríos.
domingo, 31 de marzo de 2024
jueves, 28 de marzo de 2024
Flujo
Intento mantenerme en el flujo de mi existencia sin llamar la atención, sin estridencias. Continúo aprendiendo, intentándolo; sufriendo algunas veces, disfrutándolo casi siempre. Cuánto misterio que explorar sin más ambición que hacerlo. Buenas noches, mundo. ¿Estarás mañana cuando despierte?
jueves, 21 de marzo de 2024
Ladra un perro
Ladra un perro. Deja de ladrar. Respiro. Continúo respirando sin voluntad propia, en las sabias manos de mi cerebro reptiliano. Mi cabeza. Mi cabello blanco y despeinado. Mis ojos pequeños. Mis kilos de más. Oh, noche, déjame caer en tus brazos.
miércoles, 20 de marzo de 2024
Comanches
Estoy tan cansado. De mí, del mundo, de mi trabajo (que, incomprensiblemente, me gusta mucho), de mi despertar cada día sin saber nada. Anochece más tarde y el calor me acecha, rodéandome como un grupo de comanches en una película del oeste. El zureo de las tórtolas turcas es falso: son ellos, los indios que me asesinarán. No comprendo nada, y seguramente así ha de ser. Hubo un tiempo, el de mi ignorante juventud, en el que pensaba que comprendía algo. Pobre. No pasa nada, así fue y será siempre. Me muero de sueño pero no logro dormir. El campo está oscuro. Lo jabalíes se pasean por los lugares donde solemos ir a caminar Maite y yo. Y los zorros, y los tejones, y las comadrejas: un trasiego constante bajo las estrellas y la luna. Voy a dejar de escribir y me acostaré boca arriba, como Drácula. Cerraré los ojos y no pienso abrirlos hasta que haya logrado dormirme, y así los abriré en el sueño, en otro lugar, en otro tiempo, en otro planeta, en otro mundo.
viernes, 8 de marzo de 2024
Sino lo que hace
Yo soy feminista, como me enseñó mi padre nacido en 1936. No me gusta hacer camas pero cocino siempre, cada día (como mi compañera hace la cama siempre, cada día). Al final las cosas son tan sencillas. Nos repartimos las tareas entre dos buenas personas que se aman. En eso consiste todo. ¿Soy feminista? Lo soy. ¿Soy antiracista? Lo soy. ¿Soy anticlasista? Nada odio más que el clasismo. Pero no importa nada lo que uno dice que es, sino lo que hace día a día.
viernes, 1 de marzo de 2024
jueves, 29 de febrero de 2024
Bisiestos
Veintinueve de febrero: algo que sucede cada cuatro años, desde que el papa Gregorio XIII, en 1582, decidió perfeccionar el calendario anterior, el que Julio César, hace dos mil años, creó para precisar la imperfecta rotación de la tierra alrededor del sol, estableciendo un retraso temporal cada 128 años. Pero toda esta información da igual, la he buscado en la red. Febrero tiene 28 días salvo cada cuatro años, cuando tiene 29. Y eso demuestra dos cosas: la ficción temporal en la que vivimos y nuestro afán por la exactitud matemática, por encontrar un orden donde no siempre existe. Años bisiestos, se llaman, pero no se diferencian absolutamente en nada a un pestañeo, un olvido repentino, una gran memoria, una noche de sueño profundo. El tiempo somos nosotros. Los calendarios sirven para recordarnos citas con el médico o cumpleaños, pero el tiempo, el verdadero, el que fluye, somos nosotros.
martes, 27 de febrero de 2024
Gorriones
El día termina poco a poco, lentamente. El cansancio se hace presente y me empuja al olvido bajo el agradable peso de la ropa de la cama. Ya es de noche. Un día más, me digo a mí mismo. Puedo escuchar aún todas las voces que he atendido hoy al otro lado de mi mesa de trabajo. El viento trae el aire frío de las montañas donde hay nieve. Los árboles de la acera siguen desnudos (ninguno es un almendro). Los gorriones me llenan de ternura. (Y las nubes)
domingo, 18 de febrero de 2024
Presente continuo
Todos los almendros han florecido a principios de febrero. Ellos, esos árboles que viven el presente continuo, ignoran si dentro de unas semanas hará mucho frío, seguirá haciendo calor, helará o, quien sabe, tal vez caiga una capa de nieve. Yo, mientras camino dejándolos atrás junto a mi mujer, les envidio por su belleza y por su relación con el presente, el sol, la lluvia, sin que exista nada más: ni pasado ni futuro: sólo ahora.
jueves, 8 de febrero de 2024
Y mañana
A menudo, sobre todo antes de acostarme como va a suceder ahora, siento que la vida es algo que creamos con nuestra modesta respiración acompasada, con lo que vemos, con lo que nos sucede sin importancia y con ella; siento que la vida es lo que sentimos como nuestro suceso y no como otra cosa, o acaso, si somos capaces, como los sucesos de los demás. La vida es algo muy raro, algo extraordinario, algo que desde algún momento en nuestro pasado remoto tratamos de expresar y comprender. Y, a la vez, es tan sencilla. La vibración de una cuerda. Esta absurda confianza en que dentro de unos minutos cerraré los ojos y mañana despertaré en el mismo lugar.