martes, 25 de septiembre de 2018

Se niega a desaparecer

Siempre supe que el sufrimiento no es una opción, que es una realidad, desfila ante mí casi cada mañana. Pero cómo lo afrontamos sí es cosa nuestra, eso sí depende de nosotros. De hecho, a menudo, es lo único que depende de nosotros.

Acontecimientos muy cercanos a mí en estos días, en estas últimas semanas, me han hecho darme cuenta de cuánta verdad pueden concentrar a veces las palabras. Las frases hechas, las que se dicen siempre. Algunos poemas.

Una amiga muy cercana a mi corazón está afrontando una realidad que nunca había imaginado. Yo sólo puedo ofrecerle mi cariño, quedar alguna tarde junto a sus demás amigos, y nada más.

Reflexiono sobre la religión y me doy cuenta del consuelo, y por ello su éxito, que es creer en algún dios.  Yo no sé. No puedo.  Me basta con la naturaleza misma de las cosas. Plantas, nubes, diagnósticos, las últimas mariposas antes de la llegada del frío.

Mi amiga es una mujer fuerte, austera, valiente, y al mismo tiempo tan delgada, tan pequeñita. Navega rompiendo las olas con su proa vikinga de ojos profundos, su proa vikinga rompiendo la banquisa de hielo mientras este extraño y cruel verano se niega a desaparecer.

jueves, 13 de septiembre de 2018

De la potente libertad

Cada vez me pesan menos las cosas. Voy soltando lastre: qué pensarán de mí, qué lugar ocupo en la sociedad que me envuelve, qué culpa tengo de ser como soy... todas esas cosas. Todavía no he logrado liberarme del todo, pero estoy en el camino.

Por lo que experimento cada día al otro lado de mi mesa de trabajo, por todo lo que he leído, por todo lo que he sospechado desde hace tanto tiempo, sé que esa es la única verdad.

Mi vida, como la tuya, se precipita hacia el mar a toda velocidad, pero deseo y espero que antes de desaparecer seamos tú y yo capaces de ser conscientes de la potente y verdadera libertad que una vez poseímos.

lunes, 10 de septiembre de 2018

Resurrección

Cada día anochece más temprano y mi cabello es cada vez más blanco, aunque el calor se resiste con uñas gigantes a retirarse de nuestras vidas pequeñas.

domingo, 10 de junio de 2018

Su heraldo

Alguien, al otro lado de mi mesa de trabajo, me dijo a principios del mes pasado que si llovía el diez de mayo llovería hasta el diez de junio. Debió ser un agricultor como lo son gran parte de las personas que atiendo en mi trabajo. Hoy es diez de junio y ha llovido suavemente a pesar de los truenos lejanos.

Los vencejos de alas de guadaña cubiertas de grasa volaban sobre el río. Hace pocas semanas lo hacían sobre rebaños de cebras, sobre jirafas y acacias, sobre grupos de leones durmiendo a la sombra de los arbustos cerca de los restos de su presa más reciente.

Vencejos, aviones comunes, lavanderas, tórtolas turcas, gorriones -mis favoritos entre todos.

El tiempo, como el agua de color chocolate del río Vero, señal inequívoca de tormentas en las montañas más arriba; el tiempo, digo, me acompaña hasta el punto de sentir a veces que yo mismo soy su heraldo, su mensajero, su prueba carnal más evidente.

martes, 5 de junio de 2018

Existir en vez de no existir

Por la mañana mi hija volaba de regreso a Bergen mientras yo atendía a decenas de seres humanos al otro lado de mi mesa, unos detrás de otros sin parar.

Finalmente no llovió, aunque los esculturales y altísimos cúmulo nimbos navegaron amenazantes sobre Barbastro durante todo el día.

Una cosa sé: la vida continúa como la necesidad de cocinar para comer, los besos pequeños, la configuración del despertador para mañana, las más básicas necesidades corporales.

No ignoro, como tú, que todo este inmenso misterio que es existir en vez no existir es algo absolutamente extraño, algo totalmente incomprensible, pero si podemos compartir todo este asombro tal vez, después de leer estos mensajes náufragos, podamos tumbarnos sobre la cama a altas horas de la noche, cerrar los ojos y abandonarnos al incierto destino sabiendo que no estamos solos.

lunes, 28 de mayo de 2018

Pies empapados

Poco a poco voy aprendiendo a dejar ir. Cosas, recuerdos, personas. Esto es algo que todos sabemos: a veces alguien te gusta pero tú no le gustas y probablemente morirás sin saber el porqué. Esa desazón también hay que aprender a sobrellevarla, sobre todo cuando uno cumple, como me pasa a mí hoy, cincuenta y cinco años.

Volví a casa desde el trabajo bajo una tormenta bíblica, protegido apenas por un paraguas azul que alguien olvidó hace años en la agencia comarcal, pero también vestido con pantalones cortos y sandalias. El agua del río Vero fluía veloz al otro lado de la valla. Al llegar a nuestro apartamento me descalcé en la entrada porque tenía los pies empapados.

sábado, 26 de mayo de 2018

El vuelo es distinto

La casualidad ha querido que hoy, el mismo día, vinieran a casa mi hija desde Noruega y mi hijo desde Italia. Mi proverbial capacidad para perderme y despistarme ha hecho que hayamos equivocado la terminal de ella en el aeropuerto de Barcelona, pero al final se ha reunido con nosotros. El vuelo de mi hijo desde Roma ha llegado con hora y media de retraso, pero al fin, por primera vez en mucho tiempo, nos hemos reunido toda la familia (y Claudia, la encantadora compañera de la beca Erasmus de Carlos).

Debo decirlo: odio los aeropuertos. Sus múltiples accesos, sus terminales, sus ascensores, sus escaleras mecánicas, sus compañías aéreas. Yo iría en mi vieja Picasso a todas partes. A Roma. A Bergen. A la antártida. Lo que más odio de los aeropuertos es el tiempo que se pierde, los precios abusivos de las cafeterías y restaurantes, que los horarios previstos carezcan de importancia, la aglomeración de personas como nosotros esperando frente a la puerta de llegada, minuto a minuto, cada vez más impacientes.

Los odio y por eso lo digo: odio ese laberinto de señales luminosas, flechas, horarios en paneles electrónicos. Eso sí: el vuelo es distinto, viaja a través de miles de kilómetros en poco tiempo y te deposita en lugares lejanos. Pero los aeropuertos no, los aeropuertos no me gustan nada. Aunque estoy dándome cuenta de que las estaciones de autobuses tampoco, ni los andenes de las estaciones del tren.

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Por primera vez en muchos meses toda mi pequeña familia está reunida. Es bonito, insólito e improbable (aterrizaban hoy, el mismo día, de pura casualidad, no estaba planificado). Soy feliz.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Sirenas de Ulises

Ayer me dormí en el sofá a las diez de la noche, algo insólito en mí. Mi compañera me dijo: "Anda, cariño, vete a la cama y descansa en condiciones", y le hice caso y, nada más depositar mi cabeza sobre la almohada, caí en un sueño profundo.

Hoy creo que también me acostaré temprano, noto el peso de los años en que mi trabajo cada vez me agota más a nivel mental. Es como si el lugar donde despierto al dormir profundamente me llamara cada vez con más fuerza, como las sirenas a Ulises.

Aquí, en este lado, a estas horas de la noche, llueve. Quién sabe qué sucederá cuando cierre los ojos, pero me gustaría regresar a casa.

sábado, 19 de mayo de 2018

Pianos desafinados y rocas lunares

Cuando por la mañana fuimos a pasear junto al canal éste bajaba hasta arriba de agua. En las lindes de la estrecha carretera las diminutas flores amarillas parecían flotar sobre el suelo.

Hoy nuestro camino habitualmente solitario estaba muy concurrido: nos hemos cruzado con una familia con niños en bicicleta, con otra con dos perros muy alegres, uno de ellos un poco asustadizo, y con dos o tres ciclistas solitarios más.

Desde la copa de una encina, con gran ruido de alas batiendo el aire, huyeron dos palomas torcaces. Vimos el primer abejaruco de la temporada, y también dos pequeñas lagartijas que huyeron a nuestro paso.

Por la tarde, mientras dormía la siesta, se desató una tormenta con granizo que me despertó. Me acosté en el otro lugar, me asomé a la ventana de éste y disfruté de las vistas desde mi refugio seguro, asombrado y a salvo. El cielo se desmoronaba como si dejase caer, no sé, excavadoras gigantes, pianos desafinados, rocas lunares.

viernes, 18 de mayo de 2018

Llegamos a casa de noche

Arribem a casa de nit,
la lluna groga i plena i grossa
alçant-se
entre núvols negres.
Tristos dies
d'esllavissada i neguit,
el món trencant-se
per l'orgull i la supèrbia
i el fum d'il·lusionistes.
Vinc invocant
la indifèrencia de les vaques
i una alegría infantil,
que se m'escapa,
de ser viva i prou.

A mi m'importa
el benestar i la pau,
la meva pàtria es allà
on oneja la bandera blanca.

6.10.17

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Llegamos a casa de noche,
la luna amarilla y llena y grande
alzándose
entre nubes negras.
Tristes días
de desmoronamiento y angustia,
el mundo rompiéndose
por culpa del orgullo y la soberbia
y el humo de los ilusionistas.
Vengo invocando
la indiferencia de las vacas
y una alegría infantil,
que se me escapa,
de estar viva y nada más.

A mí me importa
el bienestar y la paz,
mi patria reside
donde ondea la bandera blanca.

6/10/2017

Silvia Castelló Masip

Quadern de la bauma (inédito)

(Más poemas de Silvia)