Durante una temporada, en dos mil dos o tal vez en dos mil tres, tuve un programa semanal en Radio Barbastro. Era la época en la que había obtenido un premio literario, había publicado un libro de poemas y era miembro del jurado de aquel mismo concurso. El programa duraba aproximadamente media hora y versaba sobre poesía y literatura. Yo escribía el guión, seleccionaba los textos, buscaba la música y leía y recitaba en el micrófono. Excepto por la presencia de la chica que se ocupaba de la mesa de control yo me lo guisaba y yo me lo comía. Era una tarea que requería trabajo, siempre he sido muy meticuloso y obsesivo para estas cosas y quería hacer un programa con un mínimo nivel de exigencia y de calidad. Eso sí, no cobraba: lo hacía absolutamente gratis, por amor al arte, como suele decirse. Hasta que me cansé y decidí que la emisora debía pagar algo, siquiera fuese simbólico, por el esfuerzo. Me reuní con el director y no hubo manera, me dijo que no pagaba a ninguno de sus colaboradores y que no podía hacer una excepción conmigo -aunque él ganaba dinero en forma de publicidad con el trabajo de esos colaboradores. Claro que, por supuesto, no se trataba de dinero, sólo de reconocimiento: cien u ochenta euros al mes hubiesen bastado, incluso menos, qué se yo; no se trataba de dinero sino de romper la puta costumbre de que la poesía siempre salga gratis ¡y suerte que tienes! A pesar de lo mucho que me gustaba hacerlo, abandoné la radio. Ah, por cierto, el programa llevaba como título LAS CINCO ESTACIONES.
domingo, 3 de febrero de 2008
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6 comentarios:
Lo recuerdo. El programa era bueno y hasta llegué a creer que lo habían quitado porque no encajaba en la línea de la emisora. En esas condiciones hizo bien en dejarlo.
Aunque me imagino que disfrutarías y en cierto modo te veo como un afortunado por haber podido hacer algo así, creo que tenías razón.
Hace poco Santos Domínguez hablaba en su blog de cómo los escritores que van, por ejemplo, a decir unas palabra a algún acto, a leer algo o lo que sea, muchas veces no cobran, o como mucho reciben algún regalito. Y se quejaba y decía que ya no consentía eso, y que les preguntaba a los organizadores si los del catering también venían de favor o a cambio de una figurita.
Algo de eso, de valorar poco la cosa esa de escribir versitos, debe de haber.
Un abrazo.
¡Menuda sorpresa encontrarme aquí con un antiguo oyente de Las cinco estaciones! Muchas gracias, Carlos, y un saludo.
Hola, Portorosa, es que es eso, se trata de pedir un poco de respeto. A mí me gusta mucho hacer las cosas gratis, es lo que más me gusta, de verdad, pero claro, sin que nadie se lucre, siquiera mínimamente, con mi gesto.
(Y puestos a escribir o a trabajar gratis, pero gratis de verdad, ¿qué mejor territorio que éste?)
Un abrazo.
Yo te comprendo muy bien, pero mucho.
Es muy difícil hacerle entender esto a la gente, por una cosa muy sencilla que no se puede obviar, para ellos es una afición.
Pasa con los coros, con la música cuando es cosa de aficionados, etc...
Lo que para ellos resulta una aficioncilla, para otros es un trabajo, o bien "el trabajo" de su vida.
Y siempre y cuando lo sigan viendo así, por más que se haga con absoluta profesionalidad, no hay manera de ser considerado por ellos.
El colmo del asunto es encima que metían publicidad.
Indignante.
Hiciste bien, Jesús.
Beso.
(y gracias por todo)
Para ser totalmente honesto: no metían publicidad en medio del programa, yo nunca hubiera consentido eso (imagínate, interrumpir un programa literario de media hora de duración). Sí la había, claro, inmediatamente antes e inmediatamente después.
Un beso.
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