Cada mañana hace los bocadillos del almuerzo de sus hijos y su mujer. Le gusta hacerlos y pone en ello mucho cariño, untándolos a conciencia con tomates de colgar y un chorreón de aceite de oliva virgen. Los prepara de choped de lata, de secallona, de tortilla de espinacas si sobró el día anterior -que siempre sobra-, de jamón serrano, de salchichón, de mortadela, de muchas cosas. Pero el bocadillo número uno es el de parmesano: corta escamas de queso y las coloca sobre el pan con tomate, después añade un poco de aceite y a continuación espolvorea orégano antes de cerrarlo.
Hace unos cuantos meses él estaba trabajando cuando su teléfono móvil emitió el escandaloso sonido que anuncia la llegada de un mensaje. Una vez la persona a la que estaba atendiendo se hubo marchado leyó lo que su mujer le había enviado. Decía así: "He tocado el cielo con el bocadillo de parmesano. Te quiero".
jueves, 14 de febrero de 2008
San Valentín
Anotado por Jesús Miramón a las 22:01 | Diario , Vida laboral
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
¡Jo, qué guay!
Un abrazo.
Un abrazo, Portorosa :-)
Publicar un comentario