Noche agitada, inquieta. En la acera conversa una patrulla de soldados armados. Arden algunas casas. Salgo a la terraza de atrás y, de pronto, contemplo con vista de pájaro el paseo Fernando el Católico de Zaragoza. Lo sobrevuelo con asombro omnisciente. Negros nubarrones navegan sobre mí. Se avecina una tormenta, el fin del mundo.
Suena el reloj despertador. Me ducho, me afeito, me visto, preparo los bocadillos, preparo mi café con leche, subo a la buhardilla, salgo a la terraza de atrás. El cielo es una pálida gasa de color azul sobre los tejados y las antenas de televisión. Las cigüeñas crotoran en el campanario de la iglesia de San Pedro. La mañana es fría en el principio del mundo.
miércoles, 27 de febrero de 2008
Fin y principio
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2 comentarios:
En ese paseo de tus sueños, hace muchos años, yo viví carreras, humo y miedo...
Saludos cordiales
Hola, Petrusdom. Yo estudié la Enseñanza General Básica, la EGB, como se llamaba entonces, en el colegio Cardenal Xavierre de los dominicos, en la plaza San Francisco, junto a la universidad. Recuerdo las manifestaciones de estudiantes (tú estabas entre ellos) y los policías a caballo, y las furgonetas grises con cañones de agua.
Bastantes años más tarde compré un piso en el paseo Fernando el Católico 54 y, tras reformarlo, vivimos allí durante cuatro o cinco años. En esa época nacieron nuestros hijos. Los domingos tomábamos el vermú en la plaza: calamares a la romana y una bolsa de patatas fritas. Tiempos felices también.
Zaragoza aparece mucho en mis sueños. Viví allí hasta los veinticuatro años. Regresé y volví a marcharme. Las calles que transité aparecen mucho en mis sueños. No sé por qué.
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