Las nieblas matinales de la semana pasada han sido borradas por el viento que sopla desde el lunes. En la valla metálica que protege la autovía se acumulan los arbustos rodantes que han sido arrastrados hasta allí. El aire es tan transparente que las montañas que se perfilan al final del paisaje, más allá de los rojizos viñedos del somontano, parecen más altas y más cercanas que ayer. Ojalá pudiera seguir conduciendo hasta la última carretera local, hasta el último camino donde dejar el coche, y continuar después a pie ladera arriba, paso a paso, sin desfallecer.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
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2 comentarios:
Ay, ¿por qué no haces alguna foto de esos rojizos viñedos? Me entusiasma el color que cogen las viñas en otoño.
Un abrazo
Elvira, tus deseos son órdenes para mí, me pongo a ello.
:-)
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