Nunca presto mucha atención a las proclamas y doctrinas de los clérigos católicos, al fin y al cabo a mí no me conciernen, no soy miembro de ese club y no otorgo autoridad alguna al papa o los obispos, del mismo modo que no otorgo ninguna autoridad a los demás representantes de las otras ofertas religiosas actuales. Los observo con curiosidad, eso sí, pues no deja de sorprenderme el empeño que tienen todos ellos en que quienes no creemos en sus supersticiones actuemos exactamente como ellos dicen, una falta de respeto verdaderamente inaudita.
Hoy he leído que el papa, apoyando un acto de los obispos españoles en defensa de la familia (de la familia «católica», habría que precisar), ha dicho lo siguiente: «La familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer es la mejor escuela donde se aprende a vivir aquellos valores que dignifican a la persona y hacen grandes a los pueblos". Ahí queda eso. Lo primero que he pensado es en mi familia, claro. Yo estoy casado con una mujer y tengo dos hijos. Es cierto que intentamos inculcarles valores que hagan de este mundo un lugar más justo, más humano, más decente, pero esos valores huyen drásticamente de la religión para acercarse a la razón, la ciencia, el arte, la sensibilidad, el sentido de la justicia. En la escuela de mi familia enseñamos a nuestros hijos que para formar una familia sólo hace falta amor y responsabilidad, no dos sexos determinados y unas normas pautadas por el sanedrín. Así que se da la paradoja de que yo cumplo la palabra del papa, pues inculco a mis hijos valores que dignifican a la persona, pero la cumplo en dirección distinta a la que su secta propone, pues mis valores comienzan por el rechazo a cualquier religión, un rechazo proporcional al impulso de la curiosidad, la investigación, las preguntas sin respuesta previa, la evidencia de que nuestra vida es una experiencia absolutamente personal. ¿Nihilismo? No: exploración.
Hace tres o cuatro años regresaba del colegio de mi hijo con él de la mano cuando un compañero suyo que caminaba a nuestro lado y que asistía a la catequesis previa a la comunión le preguntó: «Oye, Miramón, ¿qué os enseñan en la clase de Ética?». Carlos contestó: «Pues que tenemos que querernos todos y ser buenos y todo eso, pero sin Jesús ni la virgen».
¿He escrito que no suelo prestar mucha atención a los curas? ¿Opinas que parece mentira después de lo que acabo de escribir? Bueno, en mi descargo diré que es lo primero que redacto al respecto en todos estos años, y añadiré: si ningún católico está obligado a divorciarse, si ningún católico está obligado a casarse con una persona de su mismo sexo, si ningún católico está obligado a hacer esto o lo otro, si efectivamente los católicos pueden hacer lo que quieran según sus preceptos, ¿cómo es posible que el resto de la población debamos asumir como algo normal que ellos pretendan convertir en ley general sus dogmas y creencias, sus valores, su doctrina? ¿Cómo es posible que debamos aceptar eso?
Cuando he leído que el señor Rouco Varela afirmaba que sin las familias cristianas España y Europa se quedarían prácticamente sin hijos, sin futuro biológico, me he dado cuenta de la verdadera dimensión de la desesperación de su iglesia. ¿Acaso no tenemos hijos quienes no creemos en ningún dios? Sí, los tenemos. En realidad, ése es su verdadero problema.
domingo, 27 de diciembre de 2009
De clérigos
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8 comentarios:
Al acabar de leer tus palabras me he sentido como si yo misma las hubiera escrito. Gracias por hacerlo, Jesús.
Aunque no seamos de 'su club' ni de ningún otro donde 'reine' alguien por el que, en su nombre, se pueda acabar con la vida de los seres humanos que no acepten vivir como ellos imponen, hay que hacerles saber o al menos tratar de que escuchen la voz de los que no estamos por la labor, ni lo estaremos nunca. De los que hemos transmitido valores a nuestros hijos para que puedan andar por la vida compartiendo, solidarizándose con los que menos tienen y respetando su cultura, costumbres y sus maneras de vivir sin utilizar el nombre de dios sino el de los hombres, el del conocimiento, el de la reflexión.
Y si no te importa voy a copiar tu reflexión en forma de "Nota" para publicarla en mi página de 'facebook', poniendo tu nombre y el de tu blog. No lo haré hasta que me dés tu conformidad.
Y gracias otra vez. Éste es, cada vez más, un buen lugar donde acudir. Y me alegra haberlo encontrado.
Un beso.
Hola Jesús:
Aunque yo tengo interés en la espiritualidad (por libre), firmaría encantada el 95% de lo que has escrito.
Como tú, me siento exploradora, y no acepto que me digan cómo debo pensar o qué tengo que creer. Me atraen e interesan las personas con valores, que actúan con solidaridad y respetan a los demás, sean agnósticos, religiosos o lo que sea.
Un fuerte abrazo
Tienes toda la razón. Claro que los curas católicos no son los únicos empeñados en que se hagan las cosas a su manera. También están los musulmanes, los banqueros, los nacionalistas, los fascistas, los comunistas, los partidarios de las corridas de toros, los de la fabla, los imbéciles... en fin, demasiada gente. Lo mejor, efectivamente, es pasar de, casi, todos ellos, al menos mientras se pueda.
Hola, Estrella, por supuesto que tienes mi conformidad, claro. Y gracias a ti. Un beso.
Que los cristianos vivan la vida cristiana, de la que deberían recibir noticia en sus lugares cristianos. Su propaganda no la necesitamos los de fuera, pues ya la han propagado hasta más allá de cualquier límite. Que con su ejemplo, no con sus palabras, se nos hagan atractivos a los demás.
Y que tengan la delicadeza, el buen gusto, la elegancia moral y la capacidad ética de dejarnos en paz a los que no somos.
Si no lo hicieran, no podrían quejarse de que echáramos pestes de ellos.
Y por esta vez, así como por el respeto con que el anfitrión ha escrito la entrada, no voy a echar ninguna.
Hola, Elvira, a mí lo que me saca un poco de mis casillas es la intolerancia y el fanatismo, y la cúpula jerárquica de la iglesia católica española es una fuente inagotable de ambas cosas. Pero allá ellos. Como digo al principio del texto: no me siento concernido por sus declaraciones, aunque me escandalicen.
Un beso.
Es cierto, Carlos, pasar. Afortunadamente vivimos en uno de los pocos y afortunados solares del planeta donde, más o menos, podemos permitírnoslo sin que nos quemen en una hoguera.
Hola, Nán, es que fundamentalmente se trata de eso: que nos dejen en paz, que no pretendan ser depositarios de toda moral y todo valor.
(Por cierto, a la afirmación de Rouco Varela que advierte de que sin las familias cristianas Europa y España se quedarán sin hijos puede respondérsele que de eso se ocuparán las familias musulmanas, por ejemplo, que tienen muchos más hijos que los cristianos. Que no sufra.)
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