jueves, 16 de diciembre de 2021

Testimonio

Ayer por la noche caía aguanieve tan liviana que apenas alcanzaba a activar el lavaparabrisas automático del coche. Las luces de freno de los vehículos que circulaban delante de mí brillaban más que las bombillas de navidad en forma de estrella de un lado a otro de las calles. Ya escribí ayer que estaba muy, muy cansado, pero fui a comprar algo de comida a un supermercado antes de volver a casa. Todo parecía un sueño pero no mío, el sueño de alguien, el de otra persona tal vez en el otro extremo del planeta, y esa sensación no me molestaba de ningún modo. Desde muy pequeño siempre contemplé la posibilidad, como hicieron tantísimas personas antes que yo, de que nuestra existencia y nuestra pequeña presencia en este muno no fuesen sino el sueño de alguien o de algo.

El día termina. Me acostaré, cerraré los ojos y soñaré tu existencia, o tal vez la de alguien del futuro que todavía no ha nacido, o la de personas que ya están muertas. No lo sé. Cuando mi cuerpo y mi cerebro caen en esa mullida fosa de arena de playa y plumas de ave del paraíso, ignoro qué sucederá. Incluso ignoro que probablemente no recuerde nada al despertar e iniciar el rápido consumo de mis pilas cada vez más viejas y oxidadas.

Tengo cincuenta y ocho años cumplidos en mayo y me siento joven para seguir intentando comprender y viejo para mantener intacta la curiosidad. Obviamente debo centrarme en la exploración, como lo he hecho siempre, como estos diarios atestiguan, eso es lo que me interesa y me anima a seguir escribiendo, a seguir dando testimonio de mi viaje.

Es muy tarde. Tengo sueño, mucho sueño. Me despido. Hasta mañana, Jesús Miramón. Hasta mañana, mis pocos y queridos lectores. Este es el cuaderno de bitácora de mi navegación, no pretende ser nada más. Gracias. Buenas noches.

6 comentarios:

fernando dijo...

Te leo por las mañanas, así que buenos días, Jesús.
Las gracias, siempre a tí.
Tus escritos aportan muchídima belleza y dulzura, tu mirada sobre lo cotidiano, una gran paz.
Así que, una y otra vez, gracias infinitas, Jesús.
Un fuerte abrazo.

andandos dijo...

Hola, Jesús. Un abrazo, como siempre, esta vez y espero que por poco tiempo, desde el Servet, en la planta Cobid pero no grave.

Jesús Miramón dijo...

Un abrazo, Fernando, y otro para ti, José Luis, cruzo los dedos, cuídate mucho.

Portarosa dijo...

Querido Jesús.
Espero que estés bien. Que lo estéis.

Un abrazo.

giovanni dijo...

Como sabes me interesan los números. 58 es una cifra rara oara mí. Sumando las dos cifras es 13. Sólo se deja dividir por 29. Sumando las cifras de 29 es 11. Sólo se deja dividit 11 por 11.

Once es una cifra más significativa para mí. Cuando tenía 11 años sentía la vida de manera profunda, relacionada con mi etapa en la vida, de la cual todavía no era muy consciente, pero sí un poco, creo.

Luego, habiendo pasado los once años, tenía más claro como era mi vida a los 11 (o 12) años. Para tí esa vida está aún muy presente en tu mente.

Así que las cifras me cuentan algo, algo que da estructura a mis reflexión sobre la vida, y sobre mi vida. No veo mi vida como única, la comparto con muchos.

No conozco a mucha gente pero lo suficiente para saber que es verdad que comparto con muchos.

Y sin embargo, somos todos un poquito diferentes. Y a veces me siento muy diferente y recurro a un método cerebral de estructuración de mi vida para ver cuánto ella está compartida con otras personas.

Pero más que todo no me siento solo porque me siento parte de la naturaleza... digo siempre a mi mismo. Pero es verdad? Sin personas como tú me sentiré más solo.

Gracias por existir, Jesús.

Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

No, gracias a ti por existir y leerme desde hace tantos, tantos, tantos años, Jan.

Me gusta cuando dices que no te sientes solo porque te sientes parte de la naturaleza. Yo pienso esas mismas cosas.

Un abrazo enorme y gigantesco, Jan, y otro para tu compañera. Desde tantos kilómetros de distancia, de esta manera pequeña, os quiero.