No vuelvo de la guerra. No entro en la ciudad con el uniforme de gala y las medallas, más delgado pero más fuerte que cuando me fui. No hay luces de Navidad ni ventanas encendidas en los edificios. No camino más despacio de lo normal, no tengo miedo, no tiemblo de arriba abajo al acercarme a la puerta de la casa. No temo el jubiloso recibimiento que me espera, no siento pánico del futuro que no merezco, no me rodean los camaradas muertos que me animan y ríen, no sé que ya nunca nada será igual.
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