martes, 11 de enero de 2022

Almejas sospechosas

Noche mala, con dolor de estómago, ganas de vomitar que intentaba contener en la oscuridad y, finalmente, pequeña carrera para llegar a tiempo al cuarto de baño. He vomitado varias veces hasta que, al menos por allí, ya no quedaba nada, porque después todavía me ha dado tiempo de permitir su paso a la diarrea. Madrugada mala. Me he lavado los dientes pero esa sensación de ácido en el interior de los dientes ha sido costosa de erradicar. Algo que me sentó mal: una grastroenteritis que me ha postrado en la cama.

Al mediodía mi hermano Javier nos anuncia que mi padre también ha vomitado y está muy pachucho. La hora de sus vómitos coinciden casi al minuto con la mía. Le llamo al teléfono. El domingo al mediodía, antes de volver a Barbastro, fui a visitar a mis padres a su casa. Como llovía un poco, en vez de ir a dar un paseo mi padre sacó unas aceitunas y, tachán, unas grandes almejas de lata que mi madre no comió porque, según dijo, "estaban duras". Y lo estaban: grandes, duras y oscuras, pero por no hacerle un feo al abuelo las comí junto a él. Cuarenta horas más tarde vomitamos los dos. Mi madre, que no las comió, está muy bien (dentro de las circunstancias). Me pregunto si es normal que pasen tantas horas entre el consumo del producto y sus consecuencias, desde el domingo al mediodía hasta la madrugada del lunes al martes, pero la coincidencia es demasiado evidente.

Y aquí estoy, en ayunas desde la cena de ayer, haciendo uso de mis abundantes reservas naturales y bebiendo mucha agua. Hacía mucho tiempo que no vomitaba, no recordaba lo desagradable que es, el dolor muscular después de las contracciones musculares, el sudor frío, la debilidad. Este año comienza fuerte, aunque lo importante es que mi padre, una persona muy mayor, se recupere lo antes posible. Afortunadamente dos de mis hermanos viven en Zaragoza y están por ellos. Dos mil veintidós, qué tienes preparado para nosotros.

2 comentarios:

Epolenep dijo...

Que os mejoréis!!!

Jesús Miramón dijo...

¡Gracias, Silvia! Petonet.