Nada está asegurado nunca. Somos hojas de árboles, polillas sorprendidas por la luz del día. Ni el amor, ni el dinero ni la salud están asegurados nunca. Nuestro corazón no bombea litros de sangre como si fuesen infinitos, sino justamente al revés. Nacimos para morir y vivir hasta entonces. Esta es la verdad, y lo que nos hace profundamente humanos es que, sabiéndola, somos capaces de ser felices y disfrutar de un día de sol en invierno, de un beso, del amor.
domingo, 2 de enero de 2022
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