Ni yo mismo soy capaz de comprender la desfachatez de escribir cada día como si mi vida fuese interesante. A menudo creo que lo que hago es, como en el cuento, dejar migas de pan en el suelo del bosque en el que me he perdido, por si quisiera buscar alguna vez el camino de regreso; a veces pienso que hago un croquis en la servilleta de un bar para indicaros cómo llegar a un lugar que desconozco. He aprendido que nada tiene demasiada importancia. Tampoco nuestra poca importancia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Pero necesitamos para nosotros mismos esa poca importancia, sin exhibiciones. Solo se escribe para uno mismo, decía Wallace Stevens el poeta norteamericano.
He leído a Wallace Stevens y me gusta, pero yo no escribo sólo para mí mismo. En ese caso no publicaría este blog, se quedaría en el ordenador o en el cajón. Yo escribo pensando, a veces, en personas concretas, y siempre creyendo, con total desfachatez, que el relato de mi vida normal y corriente puede ayudar de algún modo a alguien. Para mí, lo he dicho muchas veces, escribir públicamente es un acto de comunión.
Publicar un comentario