La última tarde vamos a dar un paseo por la playa de Berria, en Santoña. La luz se extingue a la velocidad de nuestros pasos sobre la arena húmeda. Mañana cada uno de nosotros volverá a su rutina habitual y, de alguna manera, dos mil once habrá comenzado de verdad.
lunes, 3 de enero de 2011
domingo, 2 de enero de 2011
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Por la mañana nos acercamos en coche a Laredo, una localidad cuyos encantos originales fueron sepultados en algún momento del siglo pasado por el desarrollismo urbanístico vinculado al veraneo de playa. El día es gris y el paseo marítimo ofrece un aspecto desolado y triste, apenas vencido por los gritos de nuestros niños que corren persiguiéndose. Compramos pan y regresamos a la casona. Qué agradecimiento siente la mirada cuando dejamos atrás los suburbios y la autopista y nos adentramos en la carretera del valle, rodeados de prados, bosques y peñascos de cimas envueltas en niebla.
sábado, 1 de enero de 2011
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La noche cae temprano entre las montañas. Los faros de un coche aparecen y desaparecen en las curvas de la carretera. El ruido de las ramas de los árboles del bosque se mezcla con el del río que fluye en la oscuridad. En la casa hay luz, hay calor. Me daré la vuelta y entraré allí, lejos de este otro mundo frío.
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Siempre al norte
Mientras dos mil diez se apaga sin estridencias, ajeno a la terrible crisis económica y los desastres naturales, yo plancho ropa para el viaje familiar de fin de año. De nuevo iremos al norte, siempre al norte, no muy lejos del mar.
viernes, 24 de diciembre de 2010
Manzanas rojas
El árbol de navidad yace en el armario de la buhardilla dentro de su caja de cartón medio rota, acompañado de espumillones dorados y plateados, manzanas rojas, bolas brillantes y dos cajas de luces intermitentes compradas en los chinos. Conoció mejores tiempos, saboreó la gloria, la fama, las fotografías, pero todo eso se esfumó cuando los pequeños crecieron. La vida de los árboles de navidad, como la nuestra, es una estrella fugaz.
martes, 21 de diciembre de 2010
Un regalo inesperado
Éste es el inesperado regalo de navidad ofrecido por la Coral Niágara a los visitantes de un centro comercial, que llegó a mí a través de Susana y Aurora, dos amigas de mi propio coro, y hoy paso yo a vuestras manos (a vuestros ojos, a vuestros oídos, a vuestro corazón). Feliz navidad.
sábado, 18 de diciembre de 2010
Después del ensayo
Después del ensayo vamos al Chanti a tomar una copa. Hace mucho frío en la calle. Me doy cuenta, sin decir nada, de que la iluminación navideña es más austera que otros años. No se me quita de la cabeza la historia de L., una mujer de cuarenta y pocos años a quien le van a quitar la casa, el coche y la furgoneta de trabajo de su marido, que ahora mismo anda buscando trabajo en Suiza. Pienso en sus dos hijos adolescentes, uno de ellos, por cierto, muy buen estudiante. Van a quitarles la casa por no poder pagar la hipoteca. Van a quitarles el coche familiar y la furgoneta de trabajo por no haber podido pagar la seguridad social en los estertores de una pequeña empresa de escayolistas que la crisis arrastró al precipicio. No dejo de pensar en sus dos hijos, en el mayor, que es un poco desastre y nunca se le han dado bien los estudios, y en el pequeño, que es un estudiante extraordinario y el año que viene no podrá ir a la universidad porque sus padres ni siquiera podrían pagar los costes iniciales de los viajes, el piso, la residencia, antes de poder solicitar una beca que cobrarían quién sabe cuándo, si la cobran.
Después del ensayo vamos al Chanti a tomar una copa. De algunos bares y restaurantes salen al frío de la calle quienes esta noche celebraban la cena de navidad de sus empresas. ¡Qué distancias hay entre nosotros, entre todos nosotros! Hay abismos, desiertos, océanos.
Anotado por Jesús Miramón a las 03:56 | Después del ensayo , Diario , Vida laboral
martes, 14 de diciembre de 2010
sábado, 11 de diciembre de 2010
Niebla cerrada
Sábado de niebla cerrada, tan característica de este territorio que ya casi empezaba a echarla de menos; una niebla que invita a quedarse en casa y encender la chimenea, leer, tomar una bebida caliente. No pido ni quiero nada más.