Último día de marzo. Cada uno desde el primero quise compartir algo: un plumón de ave, una piedra blanca, caracolas vacías en las que suena el mar. Cosas que encontraba, cosas que tenía. Cada día desde el primero sin saltarme ninguno, esa fue mi intención.
El invierno comienza a hacerse pequeño detrás de nosotros, un suspiro de niebla arrastrado por la corriente mientras Abril ahí viene: lozano, virgen, impertérrito. Qué misterio tan grande es el nuestro.
martes, 31 de marzo de 2009
Último día
lunes, 30 de marzo de 2009
Trigésimo día
Hay un zueco azul en el arcén de una curva. Dos picarazas que comen los restos de un animal aplastado huyen dando saltos cuando me acerco a toda velocidad y paso sobre su desayuno. Han aparecido tantas flores amarillas en las laderas, de un día para otro como quien dice, que resultan casi absurdas, irreales como una plaga alienígena. Al final del paisaje brilla la nieve en la lejana cordillera. Ah, cómo me gustaría aparcar en un camino, subir a cualquier loma cercana, relajar los músculos y, como sucede en mis sueños, alzar levemente la mandíbula para elevarme en el aire y volar.
domingo, 29 de marzo de 2009
Vigesimonoveno día
A las seis y media de la mañana, las cinco y media de ayer antes del cambio horario de esta madrugada, he despertado a Carlos para ver juntos la primera carrera del mundial de fórmula uno de este año. Los dos nos hemos alegrado por la victoria de Jenson Button, un piloto a quien muchos daban por acabado, y en cuanto a Fernando Alonso, bueno, para lo mal que le ha ido todo el fin de semana puede darse por contento con su quinto puesto y los cuatro puntos. Tumbados cada uno en nuestro sofá, bien arropados con unas mantas, ni siquiera nos hemos dado cuenta del amanecer de este día (único, irrepetible).
sábado, 28 de marzo de 2009
viernes, 27 de marzo de 2009
Vigesimoséptimo dia
Escribir cada día así, de este modo, sin intención de crear una historia o un libro, escribir por escribir, escribir para compartir, para caminar, escribir, por ejemplo, tengo lumbago y titilan, cercanas, las luces de la manta eléctrica, escribir que nunca me encontraré pues avanzo siempre escapándome de mí, escribir que llueve y que no llueve, que me he despertado, que me voy a dormir, que me he despertado, escribir cada día así, de este modo, mantra, letanía, ceniza de volcán, estratos geológicos, anillos de un árbol.
jueves, 26 de marzo de 2009
Vigesimosexto día
Oh tú que el corazón me robas cuando me miras,
no me deja tu amor ni paciencia ni vida;
no me preguntes hoy si sufren mis entrañas,
¡ojalá la pasión y la ausencia no hubiesen sido creadas!
No he probado el amor por gusto mío esta segunda vez
sino que se cumplió el destino y sucedió por azar.
En mis tribulaciones soy causa de mi ruina,
como la mariposa que ama el fuego y se quema.
Ten compasión de mí, que el alma tengo rota,
y mírame, pues ya he entregado el espíritu.
Ibn Sahl de Sevilla
(Muerto en 649 de la hégira = 1251 d.J.C.).
Versión de Teresa Garulo.
Locus amoenus, Galaxia Gutenberg, 2009.
Anotado por Jesús Miramón a las 20:19 | Nombres propios
miércoles, 25 de marzo de 2009
Vigesimoquinto día
Un amigo me envía una fotografía de la antigua sala de cine "Innisfree" de San Rafael, en Segovia, cerrada desde hace algunos años. Me ha emocionado que un hombre a quien no conozco personalmente se acordase de mí en un lugar en el que no he estado nunca. Sucesos mágicos de internet y de Innisfree.
martes, 24 de marzo de 2009
Vigesimocuarto día
Las gacelas dejaron de pastar e irguieron sus cuellos, las nerviosas orejas orientadas hacia nosotros mientras cruzábamos el río. Decidieron que estábamos demasiado lejos para suponer una amenaza y volvieron a comer balanceando sus rabos de un lado a otro. Mi padre me empujó suavemente, me dijo: "Vamos, no te quedes parado, el agua es peligrosa, vamos, vamos".
Mi gente temía a los ríos, los temía aunque su cauce apenas alcanzase mis pequeñas rodillas, los temía porque en ellos habitaban oscuros monstruos de inmensos dientes blancos, sinuosas serpientes de ojos fríos, los temía porque en sus riberas solían ocultarse tigres, leopardos, hienas ladronas de niños.
Cuando alcanzábamos la playa de la orilla opuesta comenzó a llover débilmente. Mi tía mayor alzó el brazo para que nos detuviésemos a descansar un momento. Columbró el horizonte que se extendía más allá de las colinas, observó el tamaño y dirección del humo de los lejanos volcanes, cantó una oración y decidió el rumbo que debíamos seguir. Al alejarnos de allí volví la cabeza un momento y reí al ver las huellas que habíamos dejado en el barro. Yo era un niño entonces, hace un millón y medio de años.
lunes, 23 de marzo de 2009
Vigesimotercer día
Las cinco estaciones son las siguientes, a saber: primavera, verano, otoño, invierno y primavera.
domingo, 22 de marzo de 2009
Vigesimosegundo día
Duermo la siesta del domingo con una manta eléctrica en los riñones, la cabeza apoyada en la almohada contra el cabecero de la cama mientras el calor cura el dolor de un mal gesto que hice ayer. Cuando despierto la casa está en absoluto silencio. Me levanto y descubro a Maite trabajando en su mesa, me dice que los chicos se han ido a casa de sus amigos, me pregunta si me encuentro mejor, le digo que sí, le digo que la manta eléctrica es un invento maravilloso. Ella vuelve a sus papeles y yo subo a la buhardilla. La luz naranja de las seis y cuarto de la tarde atraviesa el cristal de la terraza inundando la estancia. Pienso en colonias marcianas.
sábado, 21 de marzo de 2009
Vigesimoprimer día
La globalización ha llegado a la gastronomía y hoy estamos aquí, en el huerto de mis padres, en plena ribera de Navarra, preparando a la brasa de sarmientos los trescientos calçots que Gustavo le ha comprado a un compañero de trabajo catalán que los cultiva. Luego llegarán el cordero, la panceta, las salchichas, la chistorra, el vino, los pasteles, el café, el cava, el whisky. Las niñas pequeñas corren de aquí para allá, los yayos son felices de tenernos a su lado y el sol brilla en el cielo. ¿Qué más se puede pedir?
viernes, 20 de marzo de 2009
Vigésimo día
Estoy tumbado sobre la arena. El constante batir de las olas mece mi sopor, interrumpido de vez en cuando por algunos gritos infantiles o el pedorreo de una motocicleta que pasa. No llego a dormirme, nunca he podido hacerlo en público, pero cierro los ojos mientras mi sistema digestivo hace su trabajo con el arroz, el marisco y el vino. Al cabo de un rato los abro. Veo un avión de pasajeros que se adentra sobre el Mediterráneo dibujando lentamente en el cielo el rastro blanco de su maniobra de aproximación al aeropuerto de Barcelona. Imagino a los viajeros aéreos contemplando el perfil de la costa a través de las ventanillas presurizadas, imagino cómo disfrutan del nítido contraste entre los tonos pardos y marrones de la superficie terrestre y el oscuro azul del mar. Pienso en lo extraño que resulta que ellos estén allí arriba, viéndome sin saber que existo, y yo esté aquí, tumbado en una playa de Sitges, observando el avión de alas rojas en cuyo interior sé que ellos existen.
jueves, 19 de marzo de 2009
Decimonoveno día
Mañana de muchísimo trabajo, sin tiempo casi para respirar, y por la tarde, con la comida en la boca, viaje a Lérida para las citas de Paula y Carlos con el dentista. En la clínica hace muchísimo calor y encima, como siempre, tenemos que esperar casi una hora porque llevan retraso. Cuando regresamos a casa son las siete y media y estoy cansado, muy cansado y de mal humor. Me sirvo una cerveza fría y vengo a la cama a leer un rato. Sé que cuando estoy cansado y de mal humor lo mejor que puedo hacer es desaparecer un rato.
miércoles, 18 de marzo de 2009
Decimoctavo día
Escucho el estruendo de los cascos de un caballo en la calle y salgo corriendo al balcón para mirar. Todos los niños que a estas horas acuden a la escuela municipal de música hacen lo mismo que yo, entusiasmados: ¡hala, un caballo!, ¡un caballo! Las madres se lo señalan a los bebés más pequeños: ¡mira, un caballo! Levanto la vista y descubro que más personas se han asomado en otras ventanas y terrazas. El jinete, un joven con una pequeña mochila azul en la espalda, avanza al paso junto a los coches aparcados en la acera hasta llegar a la esquina, girar y desaparecer. Es entonces cuando se rompe el hechizo y la vida regresa al punto donde se detuvo. Los estudiantes de música prosiguen su camino. Los espectadores de las casas regresamos a su interior. El eco de los cascos entre los edificios se extingue poco a poco.
martes, 17 de marzo de 2009
lunes, 16 de marzo de 2009
Decimosexto día
Tarde radiante. En la agencia apagamos los fluorescentes y trabajamos con la luz natural que entra a raudales por las ventanas. Cuando abramos las puertas al público toda esa luz se ensombrecerá a medida que algunos hombres y mujeres nos cuenten cómo y cuánto les está afectando la crisis económica. Un joven de Gambia que trabaja en unas famosas bodegas me contará que el pasado seis de marzo cobró la nómina de enero y no sabe cuándo cobrará la de febrero. Un hombre de cincuenta y seis años querrá saber en qué situación quedaría si cerrase el sitio donde trabaja, una fábrica de plásticos para la automoción que desde hace semanas está en la cuerda floja. Una chica embarazada de muchos meses me preguntará si todavía se mantiene la prestación de dos mil quinientos euros por nacimiento de hijo, yo le diré que sí, que no ha habido ningún cambio, y ella me dirá que en la calle se rumorea que van a eliminar esos gastos, me dirá que a su marido se le termina el desempleo dentro de dos meses, me dirá: "en buen momento hemos ido a tener un hijo, no sé qué será de nosotros".
Regreso a Binéfar por la carretera. La naturaleza florece ajena absolutamente a nuestras pesadumbres. Un poco más allá de la bodega de vino que no puede pagar a sus trabajadores algunos tramos del arcén parecen un verdadero jardín. La semana pasada le comenté a un agricultor lo bonito que estaba el campo y él me contestó con un refrán que no conocía: "flor de almendro, hermosa y sin provecho". Lo recuerdo mientras conduzco junto a los arbolillos de delicados pétalos blancos, hermosos, efímeros.
Anotado por Jesús Miramón a las 19:32 | Diario , Vida laboral
domingo, 15 de marzo de 2009
Decimoquinto día
No quiero ser el mejor. No quiero llegar más lejos que nadie. No quiero ser rico. No quiero ser el más original. No quiero competir, no quiero perder o vencer, triunfar, fracasar, no. Yo soy un poco más ambicioso que todo eso. Lo único que deseo es aproximarme lo más posible a la verdad.
sábado, 14 de marzo de 2009
Decimocuarto día
Avanzo a horcajadas
sobre el cuello de un elefante.
Avanzo asomado
a la proa del navío.
Bosques y océanos
se abren mansamente a mi paso.
viernes, 13 de marzo de 2009
jueves, 12 de marzo de 2009
miércoles, 11 de marzo de 2009
Undécimo día
En realidad la absurda disciplina que estoy aplicando a esta serie de números ordinales, una serie que comenzó por pura casualidad al titular "Primer día" la nota del uno de marzo y que continuará día tras día hasta el treinta y uno, que se titulará "Último día", en realidad esta disciplina sin sentido, digo, debería aplicarla a la no por dinámica menos triste tarea de adelgazar. La bicicleta estática yace olvidada en la oscuridad de una habitación de arriba. El pitido electrónico de sus cuentakilómetros y cuentacalorías suena rítmicamente en mi conciencia. Bip-bip, bip-bip, bip-bip. Bip-bip.
martes, 10 de marzo de 2009
Décimo día
No sé cuánto tiempo hacía que no compraba hígado de cordero, con lo que a mí me gusta. No tenía confianza en el que venden en las grandes superficies comerciales, y además están todas esas porquerías químicas que algunos ganaderos desaprensivos dan a sus animales para que no suden y pesen más en el matadero, sustancias que, lógicamente, tienen que afectar a la salubridad de sus vísceras. El caso es que llevaba años sin comer hígado hasta que hoy en la Carnicería Rosita de Barbastro, donde compro algunas veces, no he podido resistirme a la vista de dos pequeñas piezas que brillaban en el mostrador refrigerado. Pienso hacerlo sencillamente a la plancha, pocos minutos, vuelta y vuelta, sal gruesa y pimienta. Me hace mucha ilusión recuperar aquel sabor.
Claro que el principal acontecimiento de la tarde va a ser el partido de fútbol entre el Real Madrid y el Liverpool para pasar a octavos de final de la Champions. Carlos apoyará al Madrid, su equipo de siempre, una afición heredada de sus dos abuelos (aunque mi padre siempre se resista a admitirlo abiertamente), y yo apoyaré al Liverpool, soy un poco del Barça (aunque siempre me resistiré a admitirlo abiertamente) y me gusta mucho el equipo inglés donde, por cierto, casi deben de jugar más futbolistas españoles que en el Real Madrid. Hígado y fútbol. No está nada mal.
lunes, 9 de marzo de 2009
Noveno día
El invierno pasó
y la cigarra
seguía cantando.
domingo, 8 de marzo de 2009
Octavo día
Me he emocionado mucho cuando hace unas horas he visto aparecer en el escenario del Auditori Enric Granados de Lérida al mítico director Sir Neville Marriner, de increíbles ochenta y cuatro años de edad, ochenta y cinco a partir del próximo quince de abril. Caminando a grandes zancadas se ha acercado al primer violín, le ha dado la mano, ha girado sonriente hacia el público y se ha inclinado ante nuestros entusiasmados aplausos. Yo era consciente de estar viviendo un momento histórico para mi pequeño e íntimo planeta personal, tengo algunos vídeos de conciertos suyos, entre ellos el maravilloso Mesías que dirigió en Dublín con la Academy of St. Martin in the fields en mil novecientos noventa y dos, y para mí era como estar viendo al mismísimo John Wayne. Sir Neville Marriner dirigía hoy a la sección de cuerda de la Orquesta de Cadaqués, con la que colabora desde hace muchos años. Músicos de altísimo nivel, buenísimos. Ha sido un magnífico concierto que hubiera lamentado mucho perderme. No todos los días puede disfrutar uno de directores de orquesta legendarios.
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Primera parte
Ralph Vaughan Williams: Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis
Arnold Schönberg: La nit transfigurada, op. 4
Segunda parte
Samuel Barber: Adagio per a orquestra de corda, op.11
Antonín Dvorák: Serenata en mi major per a orquestra de corda, op.22
sábado, 7 de marzo de 2009
Séptimo día
Un tractor labra el campo seguido de un grupo de garcetas blancas que buscan alimento entre los terrones recién abiertos. El fuerte viento que hoy sopla no impide que una rapaz grande de color rojo sobrevuele una granja de terneros. Las fincas de cebada, vibrantes y verdísimas, se agitan de un extremo a otro emitiendo fugaces destellos de plata.
viernes, 6 de marzo de 2009
jueves, 5 de marzo de 2009
Quinto día
miércoles, 4 de marzo de 2009
Cuarto día
Florecen los almendros
bajo la lluvia suave.
Sístole y diástole.
martes, 3 de marzo de 2009
Tercer día
Cuando Carlos Miramón termine de hacer sus deberes me ayudará a preparar unas empanadillas. Él picará en la tabla los pimientos, la cebolla, los ajos, el tomate y los huevos duros; yo lo guisaré todo, añadiré el bonito, dispondré las obleas, las rellenaré, las doblaré; luego él las sellará presionando los bordes con las púas de un tenedor.
lunes, 2 de marzo de 2009
domingo, 1 de marzo de 2009
Primer día
Primer día de marzo. Buenos propósitos para el resto de mi vida. Qué grotesco, ¡como si a estas alturas no fuese consciente de lo perezoso y voluble que soy! Pero me gustan los comienzos (los lunes, despertar).