Abandoné el ensayo del coro a las once y veinte para ir a buscar a mi hija a la estación de autobuses. Apareció arrastrando su enorme maleta azul. Me abrazó riendo, nos besamos, me dijo que estaba agotada. Qué felicidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Sin comentarios
Publicar un comentario