El monstruo se acercó al amanecer con una taza humeante entre las manos. Exhalando vapor por la boca contempló nuestro mundo y se preguntó, pensando en sus queridos hibiscos y jazmines, si habríamos sobrevivido a las heladas de estas semanas. Yo no sabría decir si estamos muertas o vivas, aunque se me ocurre que si soy capaz de hacer estas reflexiones será que yo, al menos yo entre mis hermanas, sí estoy viva. El invierno es largo en la oscuridad, y durante algunas de las madrugadas más duras a punto estuve de convertirme en una gota de hielo en lo profundo del hormiguero, pero aquí estoy. El monstruo se ha ido, confiado en que este invierno terrible le haya librado de nosotras. Pobre ignorante, no sabe que llevamos librando esta batalla desde hace millones de años y nunca la hemos perdido.
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