Mientras pedaleo sobre mi bicicleta veo en la televisión las imágenes de un famoso cocinero hablando a las cámaras con una sonrisa en la boca, absolutamente desconocedor de que en pocos minutos morirá de un infarto fulminante. No puedo dejar de observar con atención sus ojos, sus labios en movimiento, tanta fragilidad.
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