miércoles, 16 de febrero de 2011

Mujeres de las montañas

Me gustan las mujeres que viven en las montañas, su aspecto agreste, sus jerseys de lana, los pantalones de trabajo, las botas de campo, a veces de agua; me gustan sus mejillas sonrosadas, sus ojos brillantes, las manos fuertes, las uñas descuidadas; me gustan porque transmiten una feminidad sin artificio, porque son mujeres distintas, acostumbradas al trabajo físico, el contacto con los animales, los caminos de tierra, la lluvia y la nieve. Algunas veces hablo con ellas en mi lugar de trabajo y, mientras lo hago, imagino cómo debe de ser vivir a su lado, compartir con ellas las labores de las granjas, los cultivos, la cama. Cuando se levantan y se van observo por el ventanal cómo suben a sus cuatro por cuatro, arrancan el motor diésel y emprenden el regreso a lugares que no conozco.

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