Algo ha cambiado en los últimos meses, algo importante. Mi colapso mental y el posterior accidente de tráfico de mis padres, al que afortunadamente sobrevivieron, son palabras de una frase que comenzó a escribirse antes.
El otro día a primera hora acompañé a mi madre a hacerse un análisis de sangre. Una mujer de setenta y seis años del brazo de su hijo de cincuenta y dos. En cierto momento resbaló en la acera y no cayó al suelo gracias a la fuerza de la gravedad que mis noventa y ocho kilos ejercen sobre el núcleo de nuestro planeta. ¿Ves como no tenías que venir sola?, le dije. Si hubiera venido sola hubiera tenido más cuidado, dijo, tan pequeña a mi lado.
Nunca pude ni podré descubrir cuándo se hace exactamente de noche. Sucede tan despacio. Sucede tan deprisa. Es posible que esté equivocado, pero creo que en el trópico es distinto: en algunos libros leí que allí es como si se apagara la luz (y de pronto la jungla cobra vida, se llena de sonidos, chirridos, zumbido de insectos, el crujido de las ramas bajo las blandas zarpas de los depredadores).
Las edades llegan lentamente. Las edades se precipitan a toda velocidad. Mi madre está más delgada que nunca desde que nací. Mi padre conserva el porte patricio que le caracteriza, pero su rodilla operada, sobre todo cuando ha estado sentado mucho rato, le hace cojear hasta que se calienta y deja de dolerle más de lo necesario.
Comienza otro tiempo, otro tempo (cuánto echo de menos las partituras, el coro, el Chanti). El accidente de tráfico de mis padres vino con un regalo maravilloso: sus cuatro hijos y sus respectivas parejas, coordinados como nunca lo hubiera podido imaginar, los tomamos en nuestros brazos y les devolvimos, en una pequeña parte, todo el amor que ellos nos habían y todavía nos siguen dando. Así será en el futuro que se escapa, más deprisa para ellos que para nosotros.
Todo comenzó a escribirse antes y continuará escribiéndose después. Quienes tecleamos palabras sólo somos instrumentos, la herramienta que esta inverosímil aventura utiliza para expresarse. Lo verdaderamente importante es el viaje, las estaciones, la consciencia.
lunes, 18 de enero de 2016
Comienza otro tiempo
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6 comentarios:
Me has emocionado, Jesús. Un beso
Un beso, Elvira.
Maravillosos, ingenuos, preciosos instrumentos... Petó
Gracias, Epo (tu també ets un d'aquests instruments, i molt bo). Petó gran.
¿Quedamos un día?
Claro, a ver si lo cuadramos. Yo continúo de baja pero, si mi doctora no tiene inconveniente, espero volver al trabajo el lunes. Estoy mucho mejor. Ya hablaremos en privado. Un abrazo.
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