jueves, 30 de marzo de 2017

De patos y huevos

Un grupo de tres patos se ha instalado frente a nuestro edificio al otro lado del río. Son un macho y dos hembras, él colorido como el traje de un emperador y ellas grises y modestas como... no sé, ¿las hembras de los patos?

El agua del río Vero se dirige al mar a toda velocidad pero el pequeño grupo explora los grandes charcos que se formaron durante las últimas lluvias en las zonas alrededor de la canalización. Me asomo para ver qué hacen y normalmente tienen la cabeza dentro del agua buscando lombrices, renacuajos y animales o larvas de animales que no puedo imaginar que vivan al otro lado de la acera.

Mientras tanto mi vida personal se ha visto levemente alterada: Alfonso, el fisioterapeuta que trata mis problemas cervicales (al final no era una simple contractura pero tampoco nada demasiado raro para una persona de mi edad y con mi profesión), se va de la policlínica en la que me estoy tratando para iniciar su propia consulta particular, y mañana me atenderá otra persona, una chica de Binéfar a la que probablemente haya dado clase Maite en el pasado.

Me ha dado pena que Alfonso se haya ido porque habíamos establecido una muy buena relación fisio/paciente, pero volveremos a vernos porque para iniciar su nuevo proyecto vendrá al otro lado de mi mesa de trabajo y yo trataré de ayudarle todo lo posible. Es, como dicen por aquí, un buen zagal.

Por otro lado mi hijo se operó ayer las cuatro muelas del juicio. Sí, las cuatro a la vez, y hoy ha venido desde Huesca a Barbastro para que le cuidemos un poco. Nosotros le sugerimos en su momento que se lo hiciera en verano para no perder curso pero no, ¡oh, qué tragedia griega, sus dientes se estaban moviendo!

Ahora sólo puede comer cosas frías y fáciles de masticar. La semana que viene le quitarán los puntos. Va a perder días de clase. Su madre no entiende semejante descerebramiento pero yo lo entiendo tan bien... No sé, ¿por qué los hombres somos así? ¿Que hay un problema? Debemos solucionarlo -o empeorarlo- ya, hoy, ayer, ahora, no podemos esperar, y si es posible debemos hacerlo usando nuestra fuerza corporal.

Esta urgencia muscular, hormonal, testicular, es algo que han sabido aprovechar inteligentemente los ejércitos desde las épocas más remotas. Somos eternas y sucesivas herramientas sustituibles. Moriremos como en la época napoleónica fila tras fila mientras nos disparan, porque, burros, nos basta una sola pregunta: "¿A que no hay huevos?".

6 comentarios:

Portarosa dijo...

A cuántas burradas habrá conducido esa pregunta...

Jesús Miramón dijo...

A millones. Y yo el primero, ¿eh? Con dos cojones... (Pena)

andandos dijo...

Los hijos, eso que tenemos todos y llevamos como podemos.

En el patio de casa, unos treinta metros, duerme desde hace cuatro noches un pájaro que parece un avión, aunque no estoy seguro. Ya el año pasado ocurrió, o yo me di cuenta, en septiembre, y llegaron a ser hasta cuatro pájaros. En fin, la flora y fauna que tenemos y nos sobrevivirá, ahí es nada.


Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Los aviones comunes duermen y anidan en nidos de barro construidos bajo los rebordes de los tejados, pertenecen a la familia de los vencejos y tienen las patas cortas porque pasan la mayor parte de su vida en el aire, así que, más que despegar, se dejan caer. De hecho les resulta muy difícil emprender el vuelo desde una superficie plana. ¿El pájaro de tu casa es pequeño, de alas en forma de guadaña y viente blanco o gris claro, y ha hecho un nido de gotas de barro que llevan en su pico en alguna zona alta de vuestro edificio? ¡Hazle una fotografía! En nuestra casa de Binéfar teníamos varios nidos de aviones. Llenaban la acera bajo ellos de restos de heces pero nunca quisimos destruirlos, ¡vivían allí antes que nosotros! Siempre regresan al nido donde nacieron.

Y después de este rollo que te acabo de escribir... otro más. Gran parte de la flora y la fauna que existe no nos sobrevivirá. Tal vez sí aquí, en el norte de Aragón (aunque tampoco estaría tan seguro) durante algunos siglos, pero no en Masai Mara o el océano. Pero entiendo lo que dices: nos sobrevivirá a ti, a mi, y a las personas a las que queremos y nos quieren.

Un abrazo fuerte.

andandos dijo...

Como llego a casa de noche no puedo verlo bien, ni hacerle fotos hasta, espero, el domingo. Si pasa las noches en ese árbol, ¿dónde anida y pasa los días? Seguiré investigando, y miraré las zonas altas de casa, por si acaso.

Un abrazo

andandos dijo...

Ahora son dos los pájaros que cada noche se posan en el prunus del patio. Son azulados con el pecho amarillento, más bien. Parecen golondrinas, no se asustan de mi presencia pero no veo que hagan nido. Puede que sean los mismos del año pasado, podría ser. Seguiremos mirando.

Un abrazo