Antes, hace años, cuando era joven, no le daba importancia, pero ahora necesito cada día más alguna reciprocidad por pequeña, por minúscula que sea. La definición de nuestro diccionario canónico a la palabra reciprocidad es la siguiente: correspondencia mutua de una persona o cosa con otra.
No me queda mucho tiempo. A menudo tengo esta sólida y serena sensación, sabiendo que forma parte de la mochila mental que cargo a mis espaldas mientras camino entre el zumbido de los insectos resucitados por el regreso de la primavera.
No puedo permitirme perder la vida que me queda en relaciones no recíprocas. No tendré un millón de amigos, ni un millar, ni cien, ni diez acaso. Me da sinceramente igual.
Sé que algunas veces yo he estado al otro lado, en la no reciprocidad, y lo lamento, lo siento, pero a veces las cosas son sencillamente así.
viernes, 24 de marzo de 2017
Zumbido de insectos
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4 comentarios:
Le he echado un vistazo a tu blog y creo que me quedo por aquí, Jesús. Me ha gustado.
Un saludo.
Bienvenido a Las cinco estaciones, Ícarus. Y gracias.
Un saludo.
Me pasa exactamente lo mismo. Y a la vez, cada vez comprendo mejor que cuando al uno o al otro no le apetece estar ahí, pues hay que respetarlo. A veces soy yo la que me alejo, a veces se alejan los otros. Es importante que haya ilusión por saber del otro. Y cuando no la hay, no se debe forzar, ¿no crees?
Un beso
Un beso enorme, Elvira.
Y otro.
Y otro.
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