Escribo en el silencio. Como viajero este dato debería significar que me he alejado demasiado para mantener una línea de contacto, pero no estoy seguro de que sea esa la razón. Diga lo que diga no soy un astronauta de verdad.
Hubo épocas en las que deseaba precisamente este silencio, y esta noche que jamás volverá a suceder no es muy distinta de aquellas. No rechazo el contacto con mis congéneres, de hecho siempre procuro contestar a mis lectores por agradecimiento a su interés y por puro respeto al gesto que en su momento hicieron al comentar en este diario -algo que no sucede en otros sitios, en mi opinión por una muy mala educación.
El pasado se aleja poco a poco. La vida continúa, mi vida continúa en silencio a partir de las tres de la tarde. Por la mañana es una montaña rusa de trabajo, sentimientos, éxitos, fracasos, un balcón a la naturaleza humana: algo que, mientras me hiere, amo sin armadura a mi alcance.
martes, 21 de marzo de 2017
No soy un astronauta de verdad
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2 comentarios:
Las mañanas te salvan. Cuando ya no hay esas mañanas, el peligro de abismarse aumenta.
Querido Nán, voy a confesarte, a confesaros, una cosa: llevo trabajando en mi oficio muchos años, y algunas mañanas siento que ya no puedo más. Que alguien no pueda más haciendo algo que ama no es tan extraño (sucede en el sexo).
Por otro lado me siento abismado desde hace mucho tiempo.
Un abrazo.
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