lunes, 6 de marzo de 2017

Una madriguera

Esta mañana a última hora, cuando ya ni siquiera estaba atendiendo a ninguna persona, he sufrido un ataque que he mantenido oculto para mis compañeras aunque, como me conocen muy bien, se han dado cuenta. Me he puesto como tantas veces una pastilla de Orphidal bajo la lengua y he esperado. Me dolía el brazo izquierdo y sentía que mi corazón latía a toda velocidad mientras las orejas se calentaban como brasas y el acúfeno sonaba cada vez más y más alto y agudo en mis oídos. Toda la jornada había estado bien, incluso demasiado bien, con almuerzo incluido en el despacho para celebrar pasados cumpleaños, y risas y conversaciones amables; demasiado bien, en cierto sentido. No sé.

Al volver a casa me preguntaba de nuevo erróneamente por qué me pasan estas cosas. No he comido y directamente me he ido a la cama. Maite, que ya tiene experiencia con estos episodios míos, me ha dejado tranquilo estando dispuesta a ayudarme cuando yo lo necesitase. Pero cuando estoy así convierto todo lo que me rodea en una madriguera, transformándome en un animal solitario, silencioso y asustado intentado huir precisamente de lo único que no puede huir: de sí mismo.

Ahora, antes de irme a la cama, me siento reventado como un caballo del que han abusado galopando sin descanso hasta caer al suelo; me siento tan cansado... Aunque sé que probablemente mañana por la mañana estaré bien, y ese estado durará unos días, con suerte unas semanas, ¿tal vez lo que me queda de vida? Daría lo que fuera. Lo que fuera.

7 comentarios:

Paola Vaggio dijo...

Mañana te despertarás mejor.


Jesús Miramón dijo...

Tenías razón, Paola, hoy me he despertado mejor. Gracias.

arponauta dijo...

cómo te entiendo, Jesús, yo también daría lo que fuera.
un abrazo.

andandos dijo...

Bueno, otro día más. Cuesta creerlo pero nos acostumbramos a todo.

Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Lo mío a tu lado no es nada, Arponauta. Por mi trabajo conozco personas que padecen tu patología y sé bien lo que supone. Yo tengo días malos y días malos. Ojalá algún día alguna científica descubra alguna solución siquiera paliativa. Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Querido JL, creo que, en el fondo, no nos acostumbramos a todo. Lo hablaremos durante nuestro siguiente paseo. Yo pienso eso. Tú me dirás lo que piensas. Un abrazo fuerte.

Jesús Miramón dijo...

Arponauta, en mi comentario quise decir que yo tengo días malos y días buenos, no días malos y días malos, como escribí por error. Un beso.