Cuando ella llega todo lo cubre con su capa de nubes, estrellas y la luna. Nunca mira hacia abajo, se limita a volar a sesenta minutos por hora sobre el desierto de yeso y tiza que rodea la gran ciudad y sus basílicas y catedrales y barrios periféricos y sus centenares de parques arbolados. En las copas de las palmeras y pinos anidan grupos familiares de cotorritas argentinas que convierten el barrio donde vivo en un lugar tropical, aunque eso a ella le da igual, porque voló sobre este mismo lugar apenas ayer, cuando a los soldados veteranos de tres legiones que habían luchado duramente por el imperio de Roma les fueron concedidas estas tierras junto a un río salvaje, y voló un poco antes sobre bosques oscuros y pequeños campamentos de tribus que ya no existen, humanos que bajo sus alas contemplaban en el cielo las lejanas fogatas de otras familias que bailaban como ellos alrededor de las llamas narrando su historia al silencio eterno.
jueves, 13 de abril de 2017
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5 comentarios:
oh, qué maravilla! oh!
Gracias, Epo. Me hace feliz verte por aquí.
Es que el blog está en barbecho... y no sé si abandonar la tierra o retomar el huerto... o dejar que crezca la hierba sin más.
Estoy escribiendo, pero a mano, en una libretita...un poema para cada día que paso en la casa de la montaña... puede que pronto lo cuelgue...está lleno de pájaros, corzos, violetas, robles y copas de vino.
Un beso, me encanta que escribas tanto!
uy, veo que he comentado com Sílvia, aunque soy Epolenep... o al revés...lo dicho, un beso
Querida Epolenep, querida Sílvia (todo el mundo sabe que mi verdadero nombre es Sean Thornton), sólo quiero que sepas que estoy deseando leer esos poemas cuando quieras que pueda leerlos, sobre todo si están llenos de pájaros, corzos, violetas, robles y copas de vino. ¿Ves? ¿Por qué me has puesto en canción? Pero este territorio es libertad o no es.
Un beso fuerte desde las profundidades del mar.
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