martes, 4 de abril de 2017

Zarpazos grotescos

Hoy he finalizado mis diez sesiones de fisioterapia. Ha sido un alivio terminar con la obligación de ir cada día a la clínica. La resonancia magnética desveló, y copio literalmente, "progresiones disco-osteofitarias C5-C6 y C6-C7 con componente foraminal bilateral y presumible compromiso de raíces emergentes C6 y C7, sobre todo de la C7 izquierda". Para resumir: signos degenerativos que, a partir de los treinta o cuarenta años, aparecerían en cualquiera -aunque yo fui porque me dolía y tenía hormigueos en el brazo izquierdo.

He aprendido algo durante estas diez sesiones, y ya lo escribí: somos artefactos, y el discurrir del tiempo deja su huella en nosotros sin que podamos hacer nada por impedirlo.

Sí, es verdad: los buenos hábitos, el deporte, el yoga, la meditación y una actitud elocuentemente positiva hacia los acontecimientos que pueda traer el futuro pueden ralentizar ese irremediable proceso de decadencia, no lo dudo, he conocido al otro lado de mi mesa casos casi increíbles. En lo que a mí respecta no tengo buenos hábitos, no practico deporte, no hago yoga ni tampoco meditación aunque, eso sí, a pesar de mis problemas de depresión y ansiedad, tengo una tendencia absurda a ser positivo, ¡incluso soy de los pocos humanos que cree que nuestra especie se dará cuenta a tiempo del desastre, cambiará la guerra por la exploración espacial y colonizará otros mundos, ahí es nada!

Yo no lo veré y, ¿sabes qué? No me importa. Llevamos tan poco tiempo en este mundo... Probablemente no lo vean siquiera los tataranietos de mis tataranietos. O tal vez sí. Lo único que me da miedo, pero hasta cierto punto, es imaginar a un ser humano asistiendo al fin de su estirpe. Aunque él no lo sabrá como no lo supo el último Neandertal que cada mañana contemplaba el mar Mediterráneo desde su cueva en el sur de España. Probablemente era consciente de que hacía muchas estaciones que los clanes no se reunían según la tradición; seguramente era consciente de que hacía mucho tiempo que no encontraba a seres humanos como él; cuando poco a poco fueron muriendo los miembros de su grupo y él fue el último de su tribu, estoy seguro de que jamás imaginó que su final era el final de una especie que había habitado la tierra durante centenares de miles de años. El mundo era tan aparentemente inmenso. ¿Cómo creer algo así?

Yo no lo veré y, ¿sabes qué? Sí que me importa. Antes he mentido. Me preocupan los tataranietos de mis tataranietos, e incluso los tataranietos de tus tataranietos. Sé que desaparecemos pero, como un gato panza arriba, lanzo zarpazos grotescos a los agujeros negros del universo.

Nada quedará de las vértebras de mi cuello porque cuando muera seré incinerado. Nada quedará de mis músculos contracturados por la tensión intrínseca a la atención al público. Nada de mi cerebro leal y traidor al mismo tiempo, no quedará nada. Sólo, y no es poco, este preciso instante en el que yo he terminado de escribir y tú has acabado de leerme.

7 comentarios:

Marisa dijo...

Me gusta cómo lo describes, tiene tu texto el dramatismo de Hall 9000 dando las últimas bocanadas. Sin embargo... ¿y si esto fuera un respiro temporal para el planeta, sus plantas y animales, incluso para el suelo y sus habitantes? O damos un salto evolutivo -intuyo cuál pero no lo sé con certeza-, o podemos dejar cualquier otro planeta al que hubiéramos huido hecho unos zorros, como éste.

Por otro lado, ¿no es cierto que la existencia es impermanencia, que dice el budismo? Por ejemplo, meproduce un tremendo asombro ver a los monjes tibetanos hacer unos dibujos-mandalas (o como se llamen) maravillosos y, casi sin dar tiempo de admirarlos, van y los borran. El instante presente, cuando es aborrecible por problemas de salud, es una eternidad; cuando es maravilloso por lo que sea, se escapa cagando virutas (¿se puede decir?). Una putada. "No hay mal que cien años dure, ni cabrón que lo resista", que decía mi padre.

Marisa dijo...

Perdóname, Jesús, he terminado como una bestia parda. No quería expresarme tan brutalmente. Al final no sé ni lo que digo. ¿A que tenía razón en lo del salto evolutivo, sobre todo para mí? La verdad que yo también tengo goteras y qué poco se puede hacer. Te pido disculpas de nuevo por mi falta de delicadeza.

Jesús Miramón dijo...

Marisa, no tienes que disculparte por nada. No veo falta de delicadeza por ninguna parte sino simplemente lo que querías expresar, algo que agradezco.

Me interesa cuando dices que a largo plazo dejaríamos cualquier otro planeta que pudiéramos colonizar hecho una mierda. Y con la actitud actual de nuestra especie, a pesar de lo mucho que ha cambiado desde que yo nací, sería así, pero confío en que en el futuro hayamos aprendido algo de los errores cometidos.

Siempre me ha interesado el budismo -aunque nunca he olvidado que es otra religión. No comprendo en absoluto que la existencia sea impermanencia. Siento en mis huesos justamente lo contrario: la existencia es permanencia incluso a pesar de nuestra voluntad. La impermanencia, dejar de estar, de ser, es morir.

Ahora estamos aquí, vivos, palpitantes, con todas nuestras circunstancias: buenas, malas, regulares. Pero estamos aquí, permanecemos. Comemos, bebemos, follamos, escribimos. Exploramos el tiempo que nos ha sido dado. Está bien.

Un beso.

Marisa dijo...

Jesús, me quitas un peso de encima. Agradecida. Pero en estas pocas horas he aprendido algo de lo que considero mi error. Bueno, eso da igual.

Siguiendo con el budismo (tomado más como filosofía que como religión, que cada uno se lo tome como más le aproveche, tienes razón: permanencia e impermanencia, las dos cosas son verdad. Ya sabes el chiste: ¿cuántos monjes budistas hacen falta para poner una bombilla? Pues dos, uno para ponerla y otro para no ponerla. :-)

Un abrazo fuerte y mis mejores deseos para tu salud. Y, por cierto, cómo me gusta tu forma de escribir! Una cosa lleva a la otra y encontré un poema de Uxío Novoneyra (a quien no conocía) que me estremeció, en el programa "Poesía en música", de Radio Clásica del 5/4/17 y que empieza "Insisto en algo que desmienta la seguridad de que todo está perdido", en los podcast. El poema no lleva título y es soberbio, lo recita (con muchas zetas) el presentador.

Perdoname por extenderme.

Jesús Miramón dijo...

Gracias, lo buscaré en la página de Radio Clásica. Un abrazo.

Portarosa dijo...

¡Uxío Novoneyra aquí! Qué sorprendente es todo.

Jesús Miramón dijo...

http://bit.ly/2pblvmp

Página 61.

Elegías del Caurel y otros poemas.

Uxío Novoneyra

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