He abierto los ojos y enseguida he caído en la cuenta de que me había quedado dormido e iba a llegar muy tarde al trabajo, no solamente tarde: terriblemente tarde, horas después, con la agencia llena de gente esperando ser atendida y yo entrando en el local con el pelo aplastado en un lado de la cabeza, casi sin terminar de vestir, el corazón palpitando a mil por hora.
Pero acababa de despertar de la siesta de un viernes de abril, ¡y qué alivio y felicidad he sentido al darme cuenta! He salido al pasillo del submarino y al alcanzar el puente me he asomado al cristal. Los árboles de la otra orilla ya están cubiertos de hojas y los pájaros entraban y salían de su espesura como si no supieran que volaban bajo el mar.
viernes, 21 de abril de 2017
Submarino
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
9 comentarios:
"con el pelo aplastado en un lado de la cabeza.." Jajaja! Me lo he imaginado perfectamente.
Pues menudo alivio, sí!
Un beso
Hay sueños recurrentes y, al menos uno de los que te voy a contar, he comprobado que lo han tenido algunos hombres con quienes lo he comentado.
El primero es de ir a trabajar desnudo o en calzoncillos y darme cuenta cuando ya estoy allí.
El segundo, el que compartimos muchos hombres, es que vuelven a llamarnos a la mili cuando ya somos mayores, y nos vemos teniendo que convencer al ejército de que ya la hicimos, que no tenemos por qué regresar (y eso que yo fui voluntario).
Un beso.
El segundo sueño que me comentas me recuerda a uno que he soñado muchas veces, y también a uno que tenía mi padre. El mío es que vuelvo al instituto y se espera que trabaje, pero no sé qué pasa que o llego tarde, o me olvido de las cosas, pero no cumplo cuando tengo que cumplir. Siento mucho desasosiego en esa situación. Y hace 11 años que estoy jubilada!
Y mi padre soñaba que estaba apurado porque tenía un examen, a pesar de que hacía muchísimos años que había dejado de ser estudiante.
Viejas obligaciones que nos reclaman de nuevo...
Son sueños semejantes, ¿verdad? Yo -y muchos otros hombres- que nos llaman para hacer el servicio militar otra vez, tú que te llaman de vuelta al instituto para dar tus clases de inglés, tu padre que volvía a ser estudiante y tenía exámenes...
Prefiero soñar que vivo en un submarino.
Un beso.
En cierta manera vivimos en un mundo surrealista. No sé si nuestros antepasados llegaron a pensar que viviríamos así.
Un abrazo
Fíjate, José Luis, que yo pienso que nuestros antepasados, sobre todo los más lejanos, vivían permanentemente en un mundo hecho realidad y sueños, un mundo en el que ambas cosas se mezclaban con mucha más facilidad que ahora. No hay más que admirar las pinturas que dejaron en lo más profundo y oscuro de algunas cuevas...
Un abrazo.
Ayer en el tren empecé a ver (hasta que se estropeó y la quitaron) una película titulada "Yo, Daniel Blake", y me acordé de ti. El protagonista es un hombre mayor, inglés, que tiene una enfermedad y debe pedir un subsidio, pero no lo juzgan lo suficientemente enfermo y tiene que pedir el paro; y tanto él como una chica que conoce sufren lo indecible su situación de desamparo. Y, entre otras cosas, sufren a unos funcionarios insoportables.
Naturalmente, pensé que qué mala suerte tenían de que no los atendieras tú :)
Un abrazo, Nemo.
Un abrazo, Porto, y gracias por acordarte de mí al ver la película. Yo no puedo ir contra las normas que aprueban los legisladores (que votamos todos nosotros), pero la única y sagrada motivación de mi trabajo es ayudar a los demás como me gustaría que me ayudaran a mí en sus circunstancias.
Otro abrazo.
Nemo ;-)
Es muy probable que tengas razón, pienso ahora. Hay pinturas que son difícilmente explicables si no es con un contacto familiar con lo desconocido, con el mundo de los sueños.
Un abrazo
Publicar un comentario